
Telefónica rompe esquemas en la reestructuración de su plantilla. Por un lado, la multinacional diseñó un plan capaz de sustituir a fórmulas como los ERE, acordando con los sindicatos una oferta de suspensión de contrato, totalmente voluntaria, destinada a mayores de 53 años y que no supone ninguna carga para el Estado.
Por otro lado, era previsible que el coste de un plan así, al que pueden apuntarse cerca de 7.000 empleados, repartiera su carga en varios años. Pero Telefónica ha preferido provisionar todo en 2015. Se trata de una firme demostración del músculo financiero de la empresa, no sólo debido a la elevada cantidad apartada (2.900 millones), sino también porque la operación no compromete ni los objetivos de 2015 ni el dividendo de 2016.