Editoriales

Castigo excesivo para Repsol

Si hay un valor fustigado por los mercados en los últimos meses, ése ha sido Repsol. La petrolera española cotiza en mínimos de 1996, mientras su capitalización bursátil se ha reducido a la mitad en el último año, hasta los 12.233 millones. Con todo, la verdadera dimensión del castigo se aprecia buscando la comparación con sus homólogas internacionales en términos de la proporción entre su precio actual sobre valor en libros.

Esa ratio equivale actualmente para Repsol a 0,41 veces, el nivel más bajo del sector en Europa y el segundo más reducido del mundo, sólo superado por las 0,33 veces de Marathon Oil. Sin duda, los actuales son momentos difíciles para todas las petroleras; de hecho, esta semana el crudo cotizó muy próximo al soporte de los 30 dólares por barril y ayer se produjeron más caídas al conocerse el aumento de las reservas en EEUU.

A tenor del fuerte descuento que acumula, parecería que Repsol es especialmente vulnerable a este escenario. Esa apreciación, sin embargo, minusvalora la decidida manera en que la firma está ya protegiéndose, hasta el punto de haber cerrado desinversiones no estratégicas por valor de 3.000 millones, lo previsto hasta 2018. Esas operaciones le ayudan a reestructurar la deuda generada por la compra de la canadiense Talisman, mientras espera a una mejora de los mercados para completar la emisión de bonos que financia la adquisición.

Repsol está, por tanto, en condiciones de evitar una rebaja de su calificación crediticia. Sobre estas bases, puede afirmarse que tiene un castigo excesivo; no obstante, mientras persista la actual volatilidad bursátil y el precio del crudo no alcance su suelo, es previsible que su valoración siga sufriendo.

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