Editoriales

Los riesgos derivados de China

Tras encajar en 2015 su mayor retroceso desde 2011, el Ibex 35 empezó mal el año. El selectivo terminó ayer la jornada con un retroceso del 2,42%, hasta los 9.313 puntos. En consecuencia, el índice, al igual que el resto de sus homólogos europeos (y estadounidenses), puso ayer a prueba unos soportes clave que, de romperse, implican la entrada en un escenario marcadamente bajista.

Se trata de un contexto que recuerda al vivido el pasado verano; no en vano el resurgir de las dudas sobre la situación de China actuó entonces y ahora. De hecho, las caídas europeas estuvieron precedidas por un desplome del 7% en el mercado chino que motivaron su cierre después de que se activaran las alarmas que buscan atajar menguas de esa magnitud.

El alud de ventas parece ser una reacción ante un importante cambio que acaecerá el viernes. Acaba entonces el veto que, desde el verano, prohíbe a grandes accionistas deshacerse de sus títulos. A ello se suma el hecho de que, el pasado fin de semana, se conoció que el índice de coyuntura manufacturera PMI se situó en diciembre en 48,2 puntos, dos décimas por debajo de su registro anterior.

Descensos de ese indicador son esperables en una economía que vira hacia un modelo de crecimiento más basado en los servicios. También es previsible que un mercado como el chino, de gran estrechez, controlado por 20 brokers, sea muy sensible a todo movimiento de los inversores. Ahora bien, este tipo de reacciones llegan en un momento delicado, añadiéndose a las incertidumbres que el inicio de las alzas de tipos en EEUU provocan y a la persistente ralentización europea. En consecuencia, todo apunta a que el inversor tendrá que acostumbrarse a un escenario volátil en 2016.

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