
La recuperación de la economía española alcanzó este año velocidad de crucero y las consecuencias del despertar se notan incluso en la zona cero de la crisis, el ladrillo, ya que el sector vuelve a ser objetivo de los inversores particulares e institucionales.
Sin embargo, son las sociedades anónimas cotizadas de inversión inmobiliaria (socimis) los agentes que más provecho están obteniendo de este despertar, frente a las empresas tradicionales que operan en este ámbito. De hecho, las socimis valen actualmente en bolsa 8.200 millones, tres veces más que las antiguas inmobiliarias que tienen presencia en el mercado.
Se trata del resultado de una vertiginosa evolución, teniendo en cuenta que las cuatro socimis que cotizan en España (Merlin, Hispania, Axiare y Lar) debutaron en bolsa entre marzo y julio de 2014 con sus carteras vacías de inmuebles. Desde entonces, las han ido rellenando con activos cuidadosamente seleccionados, aprovechando una situación del mercado muy propicia, tras años de caídas de precios.
Atractivo dividendo
Si a ello se suman otros factores como su atractivo dividendo, ya que están obligadas a repartir de esta forma sus beneficios casi en su totalidad, se comprende el éxito que las socimis han cosechado.
Sin embargo, aún más importante es lo adecuado de su modelo de negocio considerando el nuevo ciclo que vive el sector. El estallido de la burbuja inmobiliaria manifestó los peligros de centrar toda la actividad en la compraventa de viviendas y oficinas, como era propio de las inmobiliarias tradicionales. Las socimis, por el contrario, rentabilizan sus activos mediante el alquiler lo que las diferencia como una nueva forma de invertir en ladrillo que no incurre en los riesgos del pasado.