El Gobierno de Artur Mas, desde la llegada al poder del actual president en 2010, ha tenido una clara preferencia por las empresas ligadas a la familia Sumarroca, a la hora de hacer concesiones. Al menos una docena de sociedades pertenecientes al clan, incluidas las conocidas constructoras Teyco y Comsa, firmaron 190 contratos con la Generalitat, por valor de casi 210 millones.
El propio Mas debería explicar cuáles son las credenciales que el grupo Sumarroca exhibe, más allá de su vinculación a CDC, para justificar no sólo ese acaparamiento, sino también el hecho de que varios contratos se adjudicaran a dedo. En lugar de escudarse tras el debate soberanista, el Govern debe dar la cara para aclarar las múltiples sombras que sobrevuelan su gestión.