El sorpresivo anuncio de una ampliación de capital con el que Abengoa inició el mes ha desplomado sus acciones, y ese movimiento supone un contratiempo para los dueños de la empresa, especialmente la familia Benjumea. No en vano los títulos de la firma son la garantía bajo la que se firmó el préstamo sindicado de 65 millones que permitió al núcleo duro de Abengoa acudir a otra ampliación de capital, hecha en 2013.
La depreciación de las acciones obliga a ofrecer más garantías a la banca, lo que abre otro frente de calado para los Benjumea, quienes, según Merrill Lynch, se enfrentan a apuros para acceder a la financiación que les permita acudir a la ampliación recién anunciada, y podrían perder la mayoría en la empresa.