
El Gobierno del primer ministro Alexis Tsipras vuelve a demostrar su poca pericia para manejar el desbloqueo del rescate que Grecia, ya en quiebra técnica, necesita. Resulta ingenuo esperar que el Eurogrupo empiece a liberar financiación a cambio de una capacidad de compromiso tan laxa como, hasta ahora, ha demostrado Atenas.
Su obsesión por lograr incrementos rápidos de la recaudación fiscal, a través de medidas tan exóticas como regular los casinos online o convertir a los ciudadanos en inspectores, no es lo que sus socios quieren oír. Lo que Atenas debe llevar a Bruselas son reformas reales que aseguren su superávit fiscal primario, no ocurrencias ni, mucho menos, amenazas de referendos como las lanzadas el pasado domingo.