A pesar de que en agosto la actividad política y económica disminuye, el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, consiguió ayer despertar el interés de gran parte de Europa. El mensaje principal que transmitió no era ninguna novedad. El BCE, cumpliendo con las expectativas, mantendrá los tipos de interés oficiales al 15%. Sin embargo, dio varios avisos que conviene no perder de vista. Draghi aseguró que la recuperación en la Eurozona será "débil, frágil y desigual dependiendo de las regiones".
El presidente del BCE hizo alusión a los conflictos geopolíticos que se viven en países como Rusia o Ucrania o en Israel y Palestina y que son un importante lastre para la recuperación. Las escalada de las tensiones tanto en el Este de Europa, con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, tensando la cuerda, como en Oriente, generan una inestabilidad que están acusando ya las economías occidentales. Un ejemplo claro es Italia, que ha entrado en recesión por tercera vez en la crisis. La situación se complica, porque además no está claro que el país quiera acometer las reformas que le exige Europa con la celeridad necesarias. El propio Draghi recordó ayer que los países que han acometido las reformas se están comportando mejor que el resto, lo que se puede interpretar también como un velado aplauso a España. Pero la clave está ahora lejos de Europa. Es necesario una actuación decidida de las autoridades internacionales para rebajar las tensiones o el incipiente crecimiento económico corre el riesgo de pararse en seco.