Las bolsas están reaccionando con moderación al recrudecimiento de los conflictos de Irak y Ucrania. El riesgo de una crisis bélica en ambos países, por diferentes causas, no es una buena noticia pero no cambia la tendencia alcista de los mercados, aun cuando esté teniendo consecuencias sobre el gas y el petróleo cuyos precios se están calentando.
El efecto sobre las bolsas ha permitido una corrección necesaria, sin que de momento parezca que vaya a tener más trascendencia. Ni los problemas con Irán, ni la devaluación del peso argentino, ni la inestabilidad de los emergentes por el anuncio de la supresión de estímulos a la economía norteamericana, han conseguido torcer la evolución al alza de las bolsas que se inició hace año y medio.
Los mercados confían en que EEUU ha dejado atrás la crisis y Europa, aunque más lentamente, le sigue. La tensión entre Rusia y Ucrania forma parte de un guión que se conocía por movimientos previos de sus protagonistas. Putin ya se encargó de tranquilizar a los europeos antes de tomar la decisión de cortar la espita a Ucrania. A sus grandes clientes alemanes les aseguró que el próximo invierno no les va a fallar el suministro de gas ruso.
La situación en Irak es más complicada con consecuencias políticas impredecibles. En lo económico, los chiíes, que se han levantado contra el Gobierno suní, toman posiciones en el norte, aunque para que sus movimientos sean preocupantes para el abastecimiento de petróleo tendrían que llegar al sur donde se ubican las principales explotaciones. Un repunte puntual del precio del crudo no influye en la economía real, sólo un cambio sostenido por variaciones en la oferta y la demanda puede hacerlo.