Las medidas del BCE y el plan del Gobierno alimentarán con 73.000 millones el crecimiento de la actividad económica.
En esta semana han confluido una batería de medidas del BCE y del Gobierno encaminadas en la misma dirección: hacer que fluya el crédito a las empresas para activar el crecimiento.
Esta es la principal preocupación de la eurozona para evitar una japonización que nos sumerja en años de baja inflación y menor crecimiento. Para España, igual que para el resto de países, este sería el peor de los escenarios. De ahí la necesidad de inyectar liquidez para incentivar la actividad empresarial y la creación de empleo.
El Gobierno aprobó ayer un plan para el crecimiento por un importe total de 11.000 millones, a los que se pueden unir otros 50.000 millones aproximadamente de las medidas adoptadas por el BCE. Es decir, 73.000 millones que en el curso de un año pueden estar alimentando el crecimiento del país. Todo un regalo para el Gobierno antes de las elecciones municipales y autonómicas de 2015. Aun así no se puede negar la idoneidad de muchas de las líneas de actuación del plan, que además no va a incrementar el déficit pues se nutre principalmente de fondos europeos, del Banco Europeo de Inversiones (BEI) y del ICO.
Las propuestas que más contribuyen al crecimiento son el apoyo a la reestructuración de deuda de empresas en concurso o que han estado en concurso pero viables, como es el caso de Martinsa-Fadesa-; los límites a las comisiones en las tarjetas de crédito, que favorecerá la actividad comercial, y los planes para puertos y renovación del transporte. Los 1.000 millones para depuradoras tendrán un impacto sólo puntual sobre el empleo.
En conjunto una ofensiva para impulsar el crecimiento que debe ir secundada por las reformas fiscal y de la administraciones y por un perfeccionamiento de la reforma laboral.
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