Después de la ampliación de capital del Deutsche Bank por 8.000 millones, ayer dio el aldabonazo la mayor entidad de Portugal. El Banco Espirito Santo Internacional, brazo inversor del banco luso, está acusado de graves irregularidades en las cuentas por su auditor KPMG. Estas críticas han desatado la alarma en el país vecino, porque cuando ya se pensaba que el sistema financiero de la Eurozona había saneado sus balances, salen a la luz nuevos problemas. Ante la inminencia de los exámenes de otoño, en los que Draghi no tendrá contemplaciones, se intenta enmendar errores antes de que los detecte el BCE y para poder argumentar que ya se han tomado medidas. En medio de tanto sobresalto sólo los bancos españoles parecen tranquilos.