Si bien en España el saneamiento de la banca no está completado al cien por cien, ahora se puede decir que empieza a estar en una mejor situación que muchos de sus competidores europeos. O al menos es lo que piensan los mercados, que fuerzan un menor precio en bolsa en aquellas entidades en las que se intuye una necesidad de ampliar capital. Así, un tercio de la gran banca europea cotiza por debajo de su valor en libros, lo que indica que los analistas pronostican o bien problemas en sus provisiones o bien en sus niveles de solvencia, lo que en un futuro, sin ayudas exteriores, no se resuelve de otra forma que no sea pidiendo más dinero a sus accionistas.
Monte dei Paschi di Siena, uno de los bancos cuya capitalización bursátil tiene peor relación respecto al valor de sus activos, es buena muestra de las dificultades con las que pueden sorprendernos algunos grupos europeos. Aunque se espera que sus debilidades se borren con una ampliación de 3.000 millones de euros, insistentes rumores elevan la cifra hasta los 5.000 millones.
En la lista hay bancos británicos, como Barclays o Royal Bank of Scotland, y además del banco más antiguo del mundo hay otros cuatro italianos más, y representantes de Portugal, Francia y la todopoderosa Alemania. Ante la llegada de los test de estrés y la paulatina entrada en vigor de Basilea III, el escrutinio del mercado sobre los bancos se hará más exigente. En España se parte con la ventaja de que tras sacarnos los colores en dos ocasiones se ha realizado un esfuerzo más que notable para cumplir con los cada vez más exigentes requerimientos internacionales. No debería extrañarnos que en los próximos meses la vergüenza de verse señalado tengan que pasarla otros países.