A estas alturas nadie duda de que la construcción y el ladrillo han sido los mayores damnificados de esta crisis de la que todavía no se ve el final, pese a los mensajes optimistas del Gobierno. Pero la bajada del consumo interno ha hecho estragos también en otros sectores como el comercio y la hostelería, como reflejan sus crecientes ratios de morosidad. Según los últimos datos de 2013, la mora en el comercio se duplicó en dos años y se multiplicó por tres en hostelería. Estos sectores son los que más acusan la caída del consumo de las familias y los que ponen en evidencia que sin ello no hay inversión ni empleo. Este círculo vicioso sólo se rompe aumentando la renta disponible con bajadas impositivas que estimulen la creación de riqueza. No hay otra fórmula.