El presidente del Gobierno volvió a decepcionar en su intervención ante el pleno del Congreso. Se mostró desdeñoso y no quiso llegar a ningún pacto con los grupos parlamentarios, aseguró que mantendrá la política actual y pronosticó para 2014 la salida de la crisis. Para contrarrestar el impacto que causó el anuncio de las previsiones para los próximos años, presentadas hace quince días, Rajoy afirmó que "esto empieza a funcionar" y echó mano del optimismo. Olvida el presidente que hay más de 6 millones de parados y batimos un oneroso récord mundial en desempleo. ¿Qué datos "avanzan espectacularmente" que Rajoy ni se molestó en desvelar?
No se entiende su satisfacción por la moderación del déficit, lograda a base de subir impuestos, en contra de lo que decía el programa electoral del PP, y con un efecto muy negativo sobre la actividad económica y el consumo. Rajoy dejó claro que las reformas, entre otras la tan necesaria reordenación del sector público, se van a quedar en agua de borrajas. El presidente no concretó nada sobre el programa que supuestamente iba a explicar y está empezando a ser presa del mismo síndrome que padeció su antecesor, Rodríguez Zapatero. Este último no veía la crisis y Rajoy, sin nombrar los brotes verdes, anuncia que la economía tira, en contra de lo que dicen sus propias previsiones. Se equivoca señor Rajoy al pensar que el trabajo está hecho porque haya conseguido prorrogar el déficit. Se equivoca al seguir subiendo impuestos y no hacer reformas. Y sobre todo se equivoca al aislarse de la realidad y vender que estamos cerca de la recuperación, mientras persiste en una política recaudatoria que en vez de estimular, frena la economía.