Hacienda tiene un problema con los ingresos. Montoro lleva un año subiendo impuestos y no logra incrementar la recaudación. La raíz del problema es la falta de crecimiento, y mientras no se encuentre solución para ello va a ser difícil engordar la partida de ingresos. Además, la política fiscal que se está siguiendo parece especialmente diseñada para agravar la situación. Las principales subidas impositivas están afectando a los tributos que pesan sobre las empresas y las rentas del trabajo, cuando se debería aligerar la fiscalidad de los que tienen la posibilidad de crear empleo.
Los empresarios están indignados con el Gobierno porque se les prometió una bajada de cotizaciones sociales que no se ha llegado a materializar en los Presupuestos de 2013. También están disgustados los inversores, que a la subida de la tributación de las plusvalías a corto plazo van a sumar la tasa Tobin que España apoyó en la reunión del Eurogrupo.
No se puede echar la culpa a Europa de esta política fiscal. Mario Monti acaba de bajar los impuestos a los italianos. Hacienda tampoco consigue atajar el fraude fiscal, ya que parece que la amnistía no está teniendo el éxito esperado, aunque se guarda la más absoluta opacidad sobre estos ingresos. Se olvida que los Presupuestos están para aclarar a los contribuyentes en qué se emplea su dinero y cuál es el resultado de las medidas adoptadas. Hay contradicciones de hasta 2.800 millones entre las cifras de ingresos que se facilitan a los medios informativos y las que se envían al Congreso, sin que se dé una explicación razonable al respecto. El sistema tributario está en crisis, y es necesario abordar una reforma integral para que deje de ser una losa y se convierta en un incentivo para el crecimiento.
