Economía

Italia se niega al ajuste y propone espejismos contables

El primer ministro italiano, Giuseppe Conte. Foto: Reuters.
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La carta enviada el pasado miércoles por el primer ministro italiano Giuseppe Conte al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y al presidente del Consejo, Donald Tusk, ha resultado ser una cortina de humo.

En las seis páginas de respuestas a las apreciaciones europeas sobre la situación presupuestaria italiana no hay ningún compromiso serio y varios ataques a la UE y a otros países europeos, culpables entre otras cosas de "atraer base impositiva"; una indirecta a Holanda y a su política agresiva de atracción de empresas, después de que grandes compañías italianas (como Fiat y Mediaset) trasladaran allí su sede.

Italia sigue negándose a aprobar un ajuste que la Comisión Europea cifra en 9.000 millones de euros, para corregir la desviación de las cuentas en 2018 y 2019. Propone a cambio un conjunto de medidas -improvisadas y extraordinarias- para recaudar 6.000 millones de euros, poner un parche bajando el déficit del 2,4% al 2,1% y ganar tiempo.

Hasta 2.000 millones vendrían del gasto que el Gobierno, al negociar el Presupuesto para 2019 con Bruselas, había "congelado" para hacer frente a un empeoramiento de la situación presupuestaria; 3.000 millones están relacionados con un aumento de la recaudación de impuestos (el IVA aumenta por la introducción de las facturas electrónicas) y algunos recursos asignados pero no utilizados por las dos medidas estrella de este Ejecutivo: la bajada de la edad de jubilación y la renta de ciudadanía.

El problema de Roma es cómo certificar estos ingresos a mitad del año, cuando las conclusiones se suelen sacar al termino del ejercicio fiscal. A todo esto se añaden 1.000 millones procedentes de los dividendos extraordinarios de las empresas controladas por el Estado.

Aislamiento en la cumbre

Durante la cumbre europea del pasado jueves, el aislamiento de Conte (que no participó a las negociaciones entre mandatarios sobre los cargos de la futura Comisión) se tornó en una señal de que las negociaciones van cuesta arriba: de hecho, el primer ministro ha abandonado, en las entrevistas a la prensa italiana, su habitual tono de optimismo.

Italia tiene dos semanas antes del Consejo europeo del 9 de julio que decidirá sobre el procedimiento de infracción. El miércoles el Ejecutivo populista celebrará un Consejo de Ministros en el que elaborará un documento detallado con los nuevos ingresos, reafirmando unas previsiones económicas más optimistas con respeto a las de Bruselas.

"Las reglas son las reglas, los números los números. Yo no puedo pedir no respetar las reglas que no me gustan para evitar el procedimiento. Pero puedo cuestionar los números. Yo conozco los números, mis números", declaró el mandatario transalpino en una entrevista concedida al diario italiano La Repubblica.

Bruselas pide sostenibilidad

Pero Bruselas, además de una mayor corrección inmediata de las Cuentas italianas, pide también seguridades sobre la sostenibilidad del Presupuesto para 2020. En los últimos presupuestos el Gobierno introdujo "una cláusula de salvaguardia" por 23.000 millones de euros. Esta cláusula, pensada para ganar tiempo y aplazar de año en año la solución al problema presupuestario, obliga a una subida del IVA si no se obtienen los ingresos previstos a través de otras medidas.

Sin embargo el vicepresidente y líder de la Liga Matteo Salvini, con su habitual estilo, ha anunciado que antes de subir el IVA habrá que "pasar por encima de mi cadáver". Además el Gobierno italiano estudia introducir un tipo fijo de IRPF al 15% para todas las rentas inferiores a los 65.000 euros, con un coste estimado de otros 30.000 millones.

Esto significa recaudar dentro de pocos meses mas de 50.000 millones de euros, un esfuerzo que parece fuera del alcance de las arcas públicas transalpinas. Frente a este peligro, el Ejecutivo populista italiano juega a dos bandas: los tecnócratas, el titular de Economía Giovanni Tria y el primer ministro Conte, muestran a los socios europeos el lado más conciliador del populismo italiano, mientras que los lideres políticos, Luigi Di Maio del Movimiento 5 Estrellas y sobre todo Salvini, de la Liga, atacan a Europa un día sí y otro también.

El delicado equilibrio sobre el que se rige el Ejecutivo ha cambiado tras las elecciones europeas con la rotunda victoria del eurófobo Salvini. Y el ultimátum lanzado por el primer ministro Conte hace dos semanas, pidiendo que sus vicepresidentes pararan de interferir en las negociaciones con Europa, cayó en oídos sordos.

Por esto, para un Gobierno que vive al día, ganar tiempo y lograr tan solo una aplazamiento del procedimiento de infracción podría resultar un éxito. De hecho si el Ejecutivo populista tuviera finalmente que caer durante el verano, como indican varios analistas políticos, Italia celebraría elecciones anticipadas en septiembre. Y el hierro candente del ajuste presupuestario pasará a las manos de otro presidente.

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