Economía

Capital, liquidez, herencia y 'product placement': cómo la economía estructura el amor y el sexo del siglo XXI

  • Capitalismo y comunismo representan la lucha entre el deseo y el amor
  • La liquidez aplicada a las relaciones explica la precariedad de las mismas
Imagen: Dreamstime.

Liberalismo, comunismo, branding, marketing, liquidez, infraestructura, consumo, herencias.... Si creen que se han metido en una novedosa versión del clásico manual de principios de economía de Paul Samuelson, retírense -o mejor aún, ¡celebren su equivocación!-. No es economía, es sexo. O más bien al revés. Porque la vertebración del sistema de producción de riqueza ha invadido todos los rincones de la vida de las personas, incluidos los más íntimos.

Los cambios económicos, especialmente los que devienen de la infraestructura digital del siglo XXI, esculpen casi sin enterarnos las relaciones que tejen los modelos sociales. Psicólogos y sociólogos son ya incapaces de explicar comportamientos actuales desvinculándolos de la realidad monetaria. Presentamos a continuación un mapa conceptual que demuestra cómo la economía se nos ha colado entre las sábanas.

Capitalismo vs. Comunismo: el amor perdió la batalla contra el deseo

¿Qué tiene que ver la ideología económica con las relaciones íntimas entre las personas? Según la sexóloga Valèrie Tasso, mucho. La experta francesa es una de las autoras que más incide en la conexión de ambos conceptos, relacionando el capitalismo con el deseo, y el comunismo, con el amor. Mientras que el deseo fomenta la acumulación de bienes y servicios, el consumo desenfrenado y el culto al individuo, el amor romántico y sereno es capaz de desprenderse del narcisismo para poner el foco en la comunidad forjada en la pareja, que lo aleja en cierto modo del sistema.

La pareja en la que ha cuajado el amor consume menos. Una mujer que elige lo que desea cuando lo desea, que vive sola sin necesidad de otro, es el blanco ideal para ser una gran consumidora para el sistema

Tasso sostiene que la mujer que siente libertad para elegir lo que desee, que no aprecia ningún conflicto interno por cambiar de pareja cada fin de semana, que vive sola y sin la necesidad de compartir la vida con alguien, se presenta como el blanco ideal para el capitalismo porque, de ese modo, consume más. "La pareja en sí consume menos, la pareja en la que ha cuajado el amor. Una mujer como la anterior es el blanco ideal para ser una gran consumidora para el sistema. De todo tipo de cosas y, sobre todo, de relaciones amorosas", esgrime en su último libro Sexo 4.0. El amor en los tiempos de internet.

La controvertida sexóloga insiste en que "la pareja ya consolidada no interesa al sistema", que solo se nutre de ella en el estadio del enamoramiento, cuando el consumo se dispara ante la necesidad del cortejo para conquistar al otro. La terapeuta especializada en sexo Adriana Royo, autora de Falos y falacias, apoya esta idea y pone el foco en cómo el poder económico induce a un consumismo individual que recurre a lo externo, al mercado, para nutrirse. "Todo lo que sea nutrirnos los unos a los otros les resta fuerza y poder de elección sobre las personas. Por eso el amor me parece revolucionario", argumenta la especialista catalana en una conversación con elEconomista.

Liquidez

El dinero contante y sonante que fluye y cambia de manos, que moldea la dinámica económica deseada por el capital, que está disponible para hacer la siguiente compra, fue percibido como una metáfora perfecta por el emblemático sociólogo polaco Zygmunt Bauman, que acuñó el término de amor líquido -poco después, lo extrapoló a la sociedad líquida o la vida líquida-. Bauman, fallecido en enero de 2017, pasó sus últimos años llamando la atención sobre la precariedad y la provisionalidad sobre la que las personas estábamos construyendo todo tipo de relaciones interpersonales.

Todo es más precario y provisional, como los contratos de trabajo o los contratos de las viviendas, igual que en las relaciones afectivas, cada vez más superficiales, menos vinculantes y comprometidas

El amor del siglo XXI es líquido porque se escapa entre las manos; se basa en el consumo rápido, en la satisfacción de una necesidad puntual que lo convierte en superficial y poco duradero. Adriana Royo recupera la idea de la liquidez y compara la cualidad de las relaciones actuales con la del empleo: "La sociedad líquida carece de solidez. Todo es más precario y provisional, como los contratos de trabajo o los contratos de las viviendas, igual que en las relaciones afectivas, cada vez más superficiales, menos vinculantes y comprometidas". El neoliberalismo premia la competitividad y la hostilidad que ésta genera, en detrimento de la empatía y la cooperación, absolutamente necesarias para construir vínculos sólidos entre las personas, como el amor.

Infraestructura digital

Todo sistema económico necesita una infraestructura desde la que crecer. El sexo y el amor del siglo XXI, también, y se valen de la misma utilizada por Amazon o por el banco Santander. La intolerancia y el miedo al rechazo han convertido al mundo virtual en el escenario idóneo para establecer relaciones personales -el sociólogo Bauman las describe como "conexiones"-. Las redes sociales han sido modeladas como una plataforma perfecta para, en teoría, derribar distancias entre millones de personas.

Facebook, Twitter, Instagram, resultan esenciales para el despliegue del individuo. Lo que hace, lo que piensa, cómo se presenta, todo queda en un escaparate con textura de nube. Pero los contactos íntimos necesitaban algo más concreto y directo, donde la lentitud y complejidad del cortejo fuese reducida a la mínima expresión. Las aplicaciones para ligar desde el smartphone son hijas de esta infraestructura, y están especialmente diseñadas para fomentar un deseo inagotable, un bufé libre de cuerpos listos para consumir. Valèrie Tasso se refiere a este fenómeno como "sobreoferta de cuerpos".

Branding, el arte de crear una marca personal

El imperativo de 'venderse a uno mismo' se ha impuesto en la sociedad que descansa sobre infraestructuras digitales. La posibilidad de anunciarse desde una web, exhibir los talentos y habilidades y ponerse en contacto con múltiples personas con el fin de tejer redes económicas y empresariales se ha convertido en una obligación para sobrevivir. Pero este modelo también se ha exportado a las relaciones íntimas, donde los individuos construyen una imagen sobre sí mismos, a menudo falsa, que se vende al exterior para acumular capital-deseo -y consiguiente éxito social-.

"Tenemos que estar pendientes de ser vistos, ser activos y dar likes, no vaya a ser que el algoritmo se olvide de mí y me dejen de seguir. Para ganar capital social y triunfar debo autoexplotarme. Soy mi propio CEO, mi propio creativo, mi community manager y hasta el becario", reflexiona la terapeuta sexual.

Product placement

Una vez que el individuo ha creado su marca personal, el producto que constituye él mismo, sólo le queda colocarse bien en el mercado. Aquí las aplicaciones de ligar resultan indispensables para explotar al máximo la visibilidad. Tinder, la app más popular, tiene apariencia de catálogo. La mercancía es la propia persona, que se coloca en los estantes de este singular supermercado, lista para ser elegida por los consumidores .

En las apps de ligar tú ya te describes y te pones las fotos y te colocas a ti mismo en un estante como si estuvieras en el supermercado; esperas a que te escojan y te consuman, y escoges y consumes a otros

Al igual que en técnicas de marketing como el famoso product placement, donde el artículo que se vende se sitúa calculadamente en un marco no comercial, la forma de colocarse en el escaparate lo es todo. El tipo de imagen, el decorado de la misma y las ideas que proyecta configuran el anuncio del cuerpo disponible para el consumo inmediato. "En estas apps debes adaptarte" -explica Royo-, "tú ya te describes y te pones las fotos y te colocas a ti mismo en un estante como si estuvieras en el supermercado. Esperas a que te escojan y te consuman, y escoges y consumes a otros".

La autora catalana es muy crítica con los mecanismos en los que se basan estos programas: "Las zonas grises de Tinder atentan contra lo humano. No es tanto la herramienta tecnológica como el resorte que activa en nosotros; los que las inventaron sabían muy bien lo que hacían, cómo nuestro cerebro es capaz de hacerse adicto a algo solamente por recibir atención. Se adaptan al punto más débil del ser humano, la validación social".

Consumidores y novedades

En el mercado del amor líquido, los individuos han dejado de diferenciarse entre hombres y mujeres, para ser simplemente consumidores idénticos, y no necesariamente libres. Royo se refiere al aletargamiento de un consumidor que es manipulado por los intereses de otros que deciden por él "qué sexualidad queremos, qué deseos tener y cómo llevarlos a cabo".

La energía masculina y femenina se diluye en sus diferencias para dar lugar a "autómatas" sin discriminación por género. "Como humanos estamos perdiendo la esencia de lo que es masculino y femenino, convirtiéndonos en meros consumidores", subraya.

En el momento en el que surge la propiedad privada, se idea una manera de que ésta se perpetúe de generación en generación: la monogamia

Para alimentar a tal masa de consumidores, que el mercado lance continuamente novedades no es una opción, sino la regla. Así, el consumo de amor y sexo va cambiando, con nuevas alternativas -algunas son muy viejas, en realidad- envueltas en el celofán más apetecible. Barra libre de porno con todas las categorías inimaginables, poliamor, avatares complacientes, muñecas de plástico hiperrealistas que ahorran el problema del consentimiento o etérea inteligencia artificial dotada de voz que provoca la ensoñación de la persona perfecta y libre de problemas humanos. "Escoger porque hay más opciones de consumo no nos convierte en seres libres, sino en seres autoengañados", advierte la especialista.

Herencia, la semilla de la monogamia

La herencia supone una invención surgida con la evolución de la comunidad primitiva. Las comunidades nómadas y prehistóricas dieron paso al concepto de familia, más restringido. En la familia se produce la herencia, y ésta es una de las teorías que expone Adriana Royo para explicar la consolidación de la monogamia como fórmula básica de vertebración social, un asunto muy discutido por biólogos y antropólogos. "En mi opinión, la monogamia se creó como forma de organizar la sociedad por el asunto económico de los herederos", apunta.

La terapeuta argumenta que, en el momento en el que surge la propiedad privada, se idea una manera de que ésta se perpetúe de generación en generación. Mientras que las comunidades prehistóricas sobrevivían pensando en el grupo, con los recursos suficientes para todos sus miembros, las parejas monógamas hacen posible que la riqueza atesorada revierta en su prole, sus herederos.

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Comentarios 5

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CUMFRAUDE
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Esta egsperta parece muy romántica y/o ingenua, el capitalismo se basaría en "pagar" lumis como los futbolistas estrellas o Trump p.e., y el comunismo en exclavizarlas o someterlas como los chinos o el hijo de Putin!! jaja

Puntuación 2
#1
Carmen
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El comunismo y el feminismo en teoría siempre han ido unidos. El feminismo y el amor verdadero entre iguales, también. El feminismo no tiene que ver con un amor libre per se y tampoco con el amor esclavo en la familia del hombre sobre la mujer. Monogamia, familia y amor no van necesariamente unidos porque el matrimonio a lo largo de la historia ha sido un mero contrato de conveniencia económica y en una relación de poder del hombre sobre la mujer. Eso es amor de capitalistas, nada más.

Lo que tenemos hoy en día es el producto de unos padres que no han sabido decir no a sus hijos a nada y unos padres infantilizados también en muchos casos. Caprichosos, ególatras, inmaduros, sin pensamiento crítico profundo, superficiales, vanidosos, que no saben el esfuerzo que hay que hacer para tener dinero ni su justo valor para trabajar y ahorrar, que también lo tiene. Es una filosofía del aquí y ahora para todo. La del consumismo voraz gracias a la globalización y a una gran época sin guerra. Cuánto le dura a un niño la alegría por los regalos hoy en día?

Esas actitudes eran típicas de "señoritos" de otras épocas.

Se ha socializado el capitalismo.

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#2
Carmen
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El amor no pierde nunca, por cierto, ni cuando no gana. Es como la comunista madre Tierra. Abusan de ella, entrega lo que tiene, pero al final se libra de lo que la daña y vuelta a empezar.

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#3
Frodman
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Sí #2/3 díselo a los rusos, los chinos o los venezolanos!! jaja

Y el coletas repartiendo amor en Galapagar, robocop con sus 8 pisos con contratos precarios sin s.s., Tania y sus VPOs, el de la cocacola,.. y el sr. X en el yate, la mayor catarsis económica de la historia de España, que se lo pagan los miles de lelos que pensaban que iban a recibir una paguita en su casa por tocarse los webs y los millones de sociolistos!!

Puntuación 1
#4
Carmen
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4. No tengo nada que decir al de Galapagar. Con amor han creado una familia.

Y encima gestionan bien SU dinero.

Puntuación -4
#5