
Después de varios meses de relativa calma, la guerra comercial entre Estados Unidos y China ha pasado a ocupar un lugar central tras el inesperado anuncio de Donald Trump de aumentar los aranceles del 10 por ciento al 25 por ciento este viernes, si no se llegaba a un acuerdo antes de esa fecha. El temor a la incertidumbre se extendió rápidamente entre los inversores, haciendo que los mercados mundiales se desplomaran en los últimos días.
Hasta ahora, la lectura del mercado de la última acción de Trump ha sido ambigua. Algunos argumentan que el ultimátum de su Administración es solo una táctica de negociación para presionar por un acuerdo, pero otros lo ven como un claro giro hacia un escenario peor en términos de alcanzar una resolución de la guerra comercial.
Mi opinión es que ninguno de los dos pronósticos es correcto, sino que debemos ver esto como una señal importante de que, desde principios de 2017, los EEUU se han dado cuenta de que han entrado en una fase de competencia estratégica que ha llegado para quedarse. El hecho de que un acuerdo pueda cerrarse definitivamente, o no, no debe ser tomado como una gran noticia por los mercados financieros, ya que solo constituye una tregua.
En cuanto a la pregunta de por qué Estados Unidos ha vuelto a plantear de repente lo que está en juego en este momento, mi opinión es que Estados Unidos necesita desesperadamente una victoria completa, que ni siquiera está a punto de obtener. China está dispuesta a hacer concesiones, pero no hasta el punto de transformar su modelo económico dirigido por el Estado en una economía de mercado.
El cambio abrupto de dirección de Trump en su estrategia de negociación revela que la desesperación es más que la fuerza. La razón es que China ha aprendido claramente su camino, dolorosamente, pero con seguridad, fuera de su actual impasse con los EEUU. De un enfoque de ojo por ojo, a la negociación y la cobertura, China controla más la situación ahora que antes. De hecho, ha estado negociando con los EEUU desde noviembre, consciente de que los EEUU también necesitan un acuerdo para sus consumidores e inversores y de que solamente un acuerdo integral que renueve el modelo económico de China será aceptable.
Junto con la negociación, China también ha trabajado más duro para proteger su economía de los efectos negativos. Más específicamente, en lugar de redactar una ley de inversión extranjera detallada, entregar una lista completa de subsidios a las empresas públicas o aplicar una medida viable de "neutralidad competitiva" a las empresas chinas, como han exigido los negociadores de Trump, los responsables políticos de China se han centrado en estimular la economía con un efecto considerable. Además, teniendo en cuenta una perspectiva a más largo plazo, Beijing ha estado haciendo esfuerzos para ampliar los lazos de amistad con el mayor número posible de países.
En el primer caso, se está llevando a cabo un estímulo impulsado por el crédito, dirigido al sector privado poco atendido, que ha elevado el sentimiento empresarial de China, así como los mercados bursátiles, en los últimos meses. En este último caso, el número de países que se han unido oficialmente a la nueva Ruta de la Seda de Xi Jinping ha aumentado de los 63 originales a más de 130 países recientemente. Además, Xi Jinping y Li Keqiang han participado con mayor frecuencia en cumbres de alto nivel con los países clave (tres con Europa desde noviembre y una con Japón en abril).
Desde una perspectiva económica, el medio ambiente mundial también se ha vuelto más favorable a las políticas de línea dura. Estados Unidos y China han tenido un desempeño moderadamente bueno en el último trimestre, aunque con algunos problemas intrínsecos. La recuperación macroeconómica da a ambas partes la oportunidad de flexionar sus músculos en este momento en particular.
Las estrategias de cobertura del crecimiento chino parecen estar funcionando para China, al menos temporalmente. El súper ciclo de Estados Unidos, encabezado por el estímulo monetario después de la crisis financiera, también podría llegar lentamente a un punto de inflexión. Todo esto son en realidad malas noticias para los negociadores estadounidenses, que podrían estar detrás del repentino recurso de Trump a las amenazas. Además, si las amenazas no van seguidas de acciones, esto solo aumentará la confianza de China en el proceso de negociación.
No obstante, hay que tener en cuenta que una de las principales coberturas de China, a saber, el crecimiento ac-tual, puede convertirse en una carga para el futuro, ya que, como consecuencia de ello, se acumularía más deuda.
En cuanto a la búsqueda frenética de alianzas externas, Estados Unidos ya está reaccionando a la presión de sus aliados (la Unión Europea en particular) para que se unan a la guerra comercial y escalen la confrontación económica a las amenazas a la seguridad (como el caso del 5G y la china Huawei).