
El Fondo Monetario Internacional ha publicado un análisis en el que Zidong An, João Tovar Jalles y Prakash Loungani intentan determinar cómo de buenos son los economistas a la hora de atisbar una recesión en el horizonte y su impacto en la actividad.
La respuesta a esta pregunta parece clara. "Si bien los expertos son generalmente conscientes de que los años de una recesión serán diferentes a otros años, suelen perder por un amplio margen la magnitud de esta", determina el documento.
Para desarrollar sus conclusiones, estos economistas han repasado las proyecciones de crecimiento de 63 países entre 1992 y 2014. Según apuntan, las previsiones durante los años sin recesión suelen revisarse lentamente mientras en los años de una recesión, el ritmo de las revisiones se acelera pero no lo suficiente como para evitar grandes errores en los pronósticos.
De esta forma, mientras los economistas suelen revisar mensualmente sus proyecciones durante los años en que se enfrenta una recesión, no logran determinar de forma oportuna el inicio de la misma. Tampoco el alcance que la disminución de producción tendrá en la actividad económica.
Otra característica a destacar es que tanto los economistas del sector privado como los del sector público son igual de inefectivos en estos menesteres, ya que las proyecciones económicas de ambos suelen ser "virtualmente idénticas".
Pero, curiosamente, los economistas también suelen pasar por alto los fuertes auges económicos, lo que sugiere que factores de comportamiento, donde se incluyen la reticencia a la hora de digerir tanto las buenas como malas noticias, desempeñan un papel a la hora de realizar estos pronósticos.
Los autores del informe no encuentran explicaciones concretas que concluyan por qué los economistas no suelen acertar con sus proyecciones en lo que a recesiones se refiere. Eso sí exponen tres razones que podrían justificar este hecho.
La primera es que los modelos económicos no son lo suficientemente efectivos a la hora de predecir una recesión o que los shocks que suelen causarlas son difíciles de anticipar. Al mismo tiempo, los economistas no cuentan con incentivos para llevar a cabo sus predicciones. Al fin y al cabo, la pérdida reputacional de predecir incorrectamente una recesión es mayor a la de hacerlo con éxito. Por último, la lentitud e insuficiencia a la hora de revisar proyecciones de acuerdo con la información entrante también podría jugar un factor importante.