
A pesar de que Italia es el país que más sombras había arrojado sobre la economía europea debido a sus vaivenes políticos y la recesión en la que ha entrado su PIB, Alemania es el auténtico lastre de la Eurozona y de la UE. En los últimos dos trimestres su PIB no ha crecido, quedándose cerca del descenso, y la producción de la industria germana se ha reducido, debilidades económica que ya están provocando que el sector privado albergue dudas sobre el que, a día de hoy, es el motor averiado de Europa.
Concretamente, la confianza de los empresarios alemanes se situó en febrero en su nivel más bajo desde diciembre de 2014, según refleja el índice elaborado por el Instituto de Investigación Económica de Munich (IFO), que ha bajado a 98,5 puntos desde los 99,3 del mes anterior, después de registrar su sexto descenso mensual consecutivo. Mientras, el pesimismo de sus expectativas a seis meses alcanza niveles de 2012.
En concreto, la valoración de la coyuntura actual por parte de directivos alemanes ha empeorado a 103,4 puntos desde los 104,5 de enero, su peor lectura desde enero de 2017, mientras las expectativas para los próximos meses han caído a 93,8 puntos, frente a los 94,3 del mes anterior.
Preocupación 'in crescendo'
"Las preocupaciones en el mundo empresarial siguen creciendo", declaró Clemens Fuest, presidente del IFO, señalando que la situación económica en Alemania "sigue débil".
No en vano, las empresas alemanas se han visto especialmente perjudicadas por la guerra comercial que Estados Unidos se ha decidido a librar con el resto del mundo, particularmente sus exportaciones de acero y automotrices. A esto hay que sumar el impacto negativo que han tenido las nuevas normas de emisiones de gases de la Comisión Europea - la adopción del protocolo WLTP tras el escándalo del dieselgate - , "con un notable efecto amortiguador en la economía nacional", indican desde el IFO.
La automovilística no es la única industria que ha pasado por dificultades. Otro sector exportador alemán, el farmacéutico, también pasa por su propio via crucis escenografiado en los problemas por los que pasa Bayer. La compañía que detenta los derechos de la popular aspirina anunció a finales de 2018 12.000 despidos en medio de un tsunami legal provocado por las denuncias por los efectos secundarios de varios productos sanitarios como Essure o Xarelto, que ya han generado multas millonarias.
Y las consecuencias por esta situación no se han hecho esperar. El dato preliminar del índice PMI del sector manufacturero alemán se situó en febrero en 47,6 puntos frente a los 49,7 del mes anterior, registrando así su peor lectura en 74 meses como consecuencia del impacto de las tensiones comerciales. De hecho, en 2018 la producción industrial alemana registró su menor subida desde 2014.
Futuro del PIB
El futuro no parece halagüeño, dado que la desaceleración económica se va a cebar con el PIB alemán. De hecho, la Comisión Europa recortó a principios de febrero su crecimiento estimado para este año en siete décimas, dejándolo en el 1,1%, aunque la previsión para 2020 se mantiene sin cambios en el 1,7%.
En este sentido, el Bundesbank, el banco central germano, advirtió de que la 'locomotora europea' mantendrá la tendencia de un crecimiento moderado durante la primera mitad del año, subrayando que no existen síntomas de que la desaceleración de la actividad corra el riesgo de transformarse en recesión.
El Tesoro germano registra un superávit presupuestario de récord
A pesar de la desfavorable evolución de la economía, el Tesoro alemán ha registrado un superávit presupuestario récord de 58.000 millones de euros en 2018, equivalente al 1,7% del PIB de 3,38 billones de euros, lo que supone el mayor saldo positivo de las cuentas públicas germanas desde la reunificación del país. "En términos absolutos, se trata del mayor superávit gubernamental alcanzado desde la reunificación alemana", según indica la Oficina Federal de Estadística de Alemania (Destatis).