Economía

Los tres riesgos que pueden acabar con el "delicado equilibrio" que sostiene a la economía mundial

  • El proteccionismo, China y la complacencia amenazan a la economía
  • "La deuda es muy elevada y su sostenibilidad depende de unos tipos bajos"
  • "La productividad es débil y la confianza está golpeada por la incertidumbre"
Mark Carney, gobernador del Banco de Inglaterra

Mark Carney, gobernador del Banco de Inglaterra (BoE), ha pronunciado un discurso en el que ha relatado sin tapujos los peligros a los que se enfrenta la economía mundial, que a día de un se encuentra en "un delicado equilibrio" y se enfrenta a riesgos globales que soplan con violencia. Carney ha señalado que a su juicio este escenario no tendría la obligación de desembocar en una recesión, pero "esto sólo es mi juicio, no una garantía".

En pocos meses, la panorámica ha cambiado de forma intensa para una economía global que en 2017 crecía al mayor ritmo de los últimos años. Ahora, "dada la confluencia de la actual desaceleración y los riesgos a la baja, algunos se están preguntando si la expansión económica que comenzó en 2010 podría estar llegando a su fin".

Carney: "Paradójicamente, una prolongación de la expansión puede hacer que su muerte sea más probable y más dolorosa"

El gobernador del BoE reconoce que hay importantes focos de riesgo, pero la acción política (fiscal y monetaria) y le nivel de desequilibrios en las economías avanzadas sugiere que "los más probable es que el crecimiento se estabilice dentro de una tendencia más modesta. Pero esto es un juicio, no una garantía. El mundo está en un equilibrio delicado. La productividad es débil en todos sitios. La sostenibilidad de la deuda depende de que los tipos de interés continúen bajos y de que el comercio internacional prosiga abierto. Y la confianza de las empresas y del consumidor está siendo golpeada por la extrema incertidumbre política".

Carney ha destacado durante el largo discurso que para diferenciar entre una desaceleración del crecimiento o el preludio de una crisis resulta útil analizar el ciclo económico, el financiero y el de globalización. Los tres ciclos presentan síntomas de agotamiento, dejando a la economía en una situación compleja a la que se suman tres grandes riesgos: la desaceleración de la economía en China, el proteccionismo y una complacencia que puede intensificar los riesgos financieros.

El primer riesgo es la intensificación de los peligros financieros si la complacencia se impone: "Paradójicamente, una prolongación de la expansión puede hacer que su muerte sea más probable y más dolorosa", sostiene Carney.

Este mismo punto de vista era compartido por Joachim Fels, asesor global de Pimco, que este domingo explicaba que estirar el ciclo económico con ayuda de los bancos centrales y la política fiscal puede tener un precio: una recesión más profunda y/o más larga después".

Estirar el ciclo de crecimiento con una política monetaria y fiscal expansiva puede incrementar los desequilibrios (precios de los activos, endeudamiento, etc), agudizando su corrección durante la próxima recesión. Los niveles de deuda pública están en niveles históricamente elevados, lo que también podría limitar el margen de acción de los gobiernos para contrarrestar los estragos de la recesión. Fels pone de ejemplo a la economía de Japón, que se encuentra en un círculo vicioso de elevado endeudamiento, tipos bajos, raquítico crecimiento y baja inflación.

El segundo riesgo es una desaceleración superior en China, la segunda mayor economía del mundo. "Mientras que el milagro económico de China en las tres últimas décadas ha sido extraordinario, su rendimiento tras la última crisis se ha apoyado cada vez más en uno de los mayores y más largos booms crediticios de la historia, con una explosión asociada de la banca en la sombra (shadow banking)... Una recesión en la economía de China podría a prueba la resistencia en todas partes". Según Carney, un tercio de todo el crecimiento mundial se debe al aumento del PIB en China. Los cálculos del Banco de Inglaterra muestran que una caída del 3% del PIB chino "derribaría un 1% de la actividad global... un aterrizaje forzoso tendría efectos significativos a través de las materias primas, el comercio general y los canales financieros que vendrían acompañados de efectos negativos sobre la confianza global".

Por último, el riesgo sobre el devenir de la globalización. Carney explica que las tensiones comerciales y el Brexit son "manifestaciones que presionan para reorganizar la globalización. Es posible que esas nuevas reglas se desarrollen como una economía global más inclusiva y resistente. Al mismo tiempo, existe el riesgo de que esos países giren hacia dentro, recortando el crecimiento y la prosperidad de todos".

Carney reconoce que la globalización ha sido el pilar de la prosperidad mundial, pero no resulta descabellado la búsqueda de nuevas fórmulas para mejorar el sistema, para reconstruir la globalización. Tras décadas de crecimiento desenfrenado de la globalización, el descontento de grandes porciones de la población en las economías avanzadas está poniendo freno a la expansión del comercio internacional y de la integración financiera mundial. Parece que ha dado comienzo una nueva era o, al menos, la transición hacia un nuevo escenario en el que los flujos de capitales y el comercio internacional tendrán un papel menos relevante.

El voto a favor del Brexit, la victoria de Donald Trump y los aranceles, el auge de los partidos populistas que defienden el proteccionismo o el cierre de las fronteras son una clara muestra de que en las economías avanzadas hay una parte cada vez mayor de la población que no está a gusto con la situación actual.

"En muchos aspectos, el Brexit es la primera prueba del nuevo orden global y podría ser la prueba de fuego para ver si se puede encontrar una forma de ampliar los beneficios de la apertura mejorando la responsabilidad democrática. El Brexit puede desembocar en una nueva forma de cooperación internacional y comercio global basado en un mejor equilibrios entre las autoridades locales y supranacionales. En este sentido, el Brexit puede afectar tanto a las perspectivas globales a corto y largo plazo".

Carney termina su discurso aclarando que si el proteccionismo deriva en una disrupción del comercio internacional, la actividad y la producción de bienes y servicios se verá reducida a nivel mundial. "Algo así no sucede en las economías avanzadas desde mediados de los 70".

"Bajo este escenario, la combinación de bajo crecimiento, unos superávits por cuenta corriente más pequeños en Asia y una mayor prima de riesgo podrían mover al alza los tipos de interés globales, incrementando la carga de la deuda de las empresas y de los hogares y poniendo en problemas la credibilidad de algunos países... al contrario de lo que puedes haber escuchado, ganar una guerra comercial no es fácil", sentencia Carney.

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