Economía

El nuevo IRPF invita a los ahorradores a participar en el 'juego' de la Bolsa

El Congreso de los Diputados dio ayer el visto bueno definitivo al nuevo Impuesto sobre la Renta. Entrará en vigor el próximo 1 de enero y su principal consecuencia será la inauguración de una nueva etapa en la fiscalidad del ahorro.

Para el Gobierno, el rasgo principal de esta nueva etapa será el equilibrio y la neutralidad. Los contribuyentes tendrán la oportunidad al fin de elegir dónde invierten su ahorro por simples criterios de rentabilidad y no porque el marco fiscal dé mayores privilegios a determinadas figuras de ahorro respecto a otras (como ocurre en el sistema actual con los planes de pensiones y otras figuras de ahorro previsión).



El paraíso de los especuladores

Para otros, el nuevo impuesto configura un marco ideal para los especuladores, que podrán operar con total libertad en los mercados sin ser penalizados por ello. Sustentan sus argumentos en la supresión de las penalizaciones para las operaciones de corto plazo en Bolsa. Hasta el 31 de diciembre, las plusvalías obtenidas por la venta de acciones adquiridas en el transcurso del último año tributarán al tipo general de renta que le corresponda al ahorrador. Es decir, pueden hacerlo hasta al 45 por ciento.

A partir del 1 de enero, sin embargo, estas ganancias tributarán al tipo general del ahorro, el 18 por ciento, independientemente del periodo en el que se hayan generado.

En su día, el PP penalizó las operaciones a corto plazo para evitar la especulación, ahora Solbes recupera el tratamiento igualitario para todo el ahorro independientemente de cómo sea generado, en aras de la neutralidad.

Dos tipos de renta

La decisión del Gobierno tendrá consecuencias muy relevantes sobre la forma en la que declaran impuestos los españoles. A partir del año que viene (aunque el nuevo impuesto no afectará a los contribuyentes hasta la declaración que hagan en 2008), deberán distinguir entre una base imponible para las rentas del trabajo y otra para las rentas del capital.

Las rentas del trabajo, es decir, todo lo ingresado por salarios, prestaciones por desempleo, pensiones, dietas, rentas irregulares o rentas derivadas de planes de pensiones, tributarán en cuatro tramos, al 24, 28, 37 o 43 por ciento, según la cuantía de las rentas del contribuyente. Hoy, lo hacen en cinco tramos, entre el 15 y el 45 por ciento.

Las rentas del ahorro, entre las que se cuentan las procedentes de intereses de depósitos, dividendos, contratos de seguro, plusvalías generadas por venta de acciones u otro tipo de ganancias patrimoniales derivadas de la transmisión de elementos de capital mobiliario, lo harán, sin embargo, a un tipo fijo del 18 por ciento, independientemente de su forma y periodo de generación, que condionan la tributación en el IRPF actual.

El establecimiento de un tipo único del 18 por ciento para los rendimientos del capital implica numerosos cambios. Por ejemplo, se elimina la reducción del 40 por ciento para el rescate de las aportaciones y rendimientos por la suscripción de un plan de pensiones o un seguro (en este caso, la reducción podía llegar al 75 por ciento si la antigüedad era superior a cinco años).

A echar cuentas

Los planes de pensiones tributarán al tipo que corresponda por rentas del trabajo y los seguros al 18 por ciento, igual que los fondos de inversión o las acciones, lo que aumenta el atractivo de éstos últimos (más líquidos y rentables).

La otra gran revolución es la fiscalidad de las acciones. Las plusvalías obtenidas por la compraventa de estos títulos tributarán al 18 por ciento, hayan sido generadas en diez años o en diez minutos. Hasta el primer día de enero, la venta de acciones en menos de 12 meses está penalizada al integrarse como renta del trabajo.

Los ahorradores tendrán que echar cuentas para decidir qué instrumentos les conviene más.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky