
En las últimas décadas, la población rural en España ha descendido dramáticamente. Este fenómeno comenzó a cobrar fuerza a mediados de los años 50, con un éxodo rural que ha desembocado en un enorme crecimiento de las áreas urbanas y las grandes ciudades del país. Si bien es cierto que en estas urbes los salarios medios son más elevados y la posibilidad de encontrar trabajo es superior, también se enfrentan a una serie de obstáculos derivados de la rápida concentración de la población que suponen una amenaza significativa para la calidad de vida de las personas que las habitan.
Un claro ejemplo es el de la Comunidad de Madrid, que ha pasado de tener menos de 2 millones de habitantes en 1950 a superar los 6,5 millones hoy, gracias al crecimiento de la capital (de 1,5 millones a 3,2 millones) y del que fuera el cinturón industrial (hoy mucho más enfocado al sector servicios) de Madrid con ciudades como Fuenlabrada, Torrejón, Parla, Alcobendas o San Sebastián de los Reyes.
El trabajo, el salario o la mayor oferta de ocio, que no es poca, atraen a millones de personas hacia las ciudades. Pero los problemas que surgen de esta concentración "impiden en muchos casos que lo primero se traduzca en una calidad de vida superior", señalan desde BBVA Research en un trabajo centrado en los riesgos y oportunidades de la urbanización de la sociedad.
Según el departamento de investigación del banco español, la aglomeración de personas en las ciudades, sobre todo en aquellas donde el suelo y la vivienda es limitada, "los precios de venta y los alquileres de los edificios más próximos al núcleo central de actividad se disparan". Esto supone que el coste del metro cuadrado sea por ejemplo el doble o casi el triple en ciudades como Madrid y Barcelona frente a la media nacional.
Este encarecimiento de las zonas 'premium' de las ciudades lleva a las familias a buscar vivienda en zonas más apartadas o pueblos cercanos, "incrementando los tiempos de traslado y la congestión, generando externalidades negativas que limitan la calidad de vida de las ciudades. Así, a medida que la ciudad se vuelve más grande y extendida, el tiempo de desplazamiento de trabajo se incrementa".
Mayor contaminación e inseguridad
Relacionado con lo anterior se encuentra el grado de contaminación. Con el objetivo de reducir los tiempos de transporte desde el domicilio hasta el punto de trabajo, un número elevado de personas utilizan vehículos propios u otro tipo de transportes que incrementan la contaminación en la ciudad que recibe a estos trabajadores de las afueras.
También resulta relevante la correlación que existe entre la desigualdad de ingresos y la urbanización. Aunque el nivel de renta media suele ser superior en las grandes ciudades, la desigualdad es también superior. El Coeficiente de Gini (mide la desigualdad de ingresos) "muestra en Madrid y Barcelona valores significativamente mayores que el de otras grandes áreas urbanas de menor tamaño", destacan los economistas de BBVA Research.
Mientras que Madrid, Barcelona y Valencia muestran la mayor concentración de la renta, "Teruel, Soria, Huesca o Cuenca son las que muestran una distribución de la renta más igualitaria".
Todos los efectos negativos derivados de la concentración de la población guardan relación entre sí. Probablemente, esa mayor desigualdad de renta tenga que ver con la mayor tasa de conflictividad y criminalidad. No obstante, desde BBVA creen que también tiene que ver la densidad de población, lo que supone también una mayor concentración de las víctimas potenciales. "En Madrid y Barcelona se producen 4 robos por cada 1.000 habitantes, mientras que en Oviedo, Huesca o Segovia no llegaron a uno", reza el documento.
A todo ello hay que sumar las dificultades de los gobiernos locales para financiar y llegar a todos los sitios a los que se expanden esas ciudades en el corto plazo. Mientras que "en el medio plazo, la mayor demanda de una población creciente generará desafíos a la sostenibilidad, como la gestión de residuos y de los recursos disponibles, la disminución de la contaminación o la accesibilidad a la vivienda, entre otros", comentan desde BBVA Research.
Todos estos factores pueden lastrar la calidad de vida en las grandes ciudades, contrarrestando las ventajas que supone vivir en las mismas por completo: "Las ciudades de un tamaño intermedio, por tanto, pueden llegar a ser más dinámicas o dar lugar a una mejor calidad de vida que las megaciudades", concluye el informe.
Resumen de las ventajas y desventajas
En Madrid existe una oferta laboral extensa, unos salarios medios más elevados, un mayor porcentaje de población con elevada formación y una amplia gama de actividades relacionadas con el ocio. Pero hay que lidiar con una desigualdad mayor, un precio de la vivienda muy elevado, contaminación y mayor criminalidad. Por el contrario, en Teruel existe una distribución de la renta más igualitaria, escasa criminalidad y la vivienda cuesta un tercio de lo que se paga en Madrid.