
Ni una enmienda a la totalidad de los presupuestos ni una confianza plena en el borrador enviado a Bruselas, como repetían aun ayer desde Moncloa. La Comisión Europea finalmente publicó a última hora de la tarde del viernes la carta destinada al Gobierno español. La advertencia es clara: "Basados en la información limitada disponible, no podemos excluir un riesgo de alguna desviación del esfuerzo requerido". Bruselas lamenta que no tiene toda la información sobre el presupuesto para 2019, y la que posee no le termina de convencer.
Cuando España salga del procedimiento de déficit excesivo el año que viene, el esfuerzo estructural, es decir los ajustes, será el indicador en el que se fijará la Comisión para saber si nuestro país cumple con el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. La Comisión le recuerda a nuestro país en la misiva que debería haber realizado un esfuerzo del 0,65 por ciento de su PIB. Es decir, unos 8.000 millones de euros que debería conseguir vía subida de impuestos o con recortes.
El Gobierno incluyó un ajuste del 0,4 por ciento (unos 5.000 millones) que le valdría para recibir un aprobado "en líneas generales".
La información es suficiente para que Bruselas resalte que el incremento del gasto neto es del 1,7%, lo que supera el máximo recomendado del 0,6%
El problema es que, como indica la Comisión en el arranque de la carta, el borrador que enviaron "no da una imagen completa de las medidas planeadas". Por eso, pide al Ejecutivo de Pedro Sánchez que remita a Bruselas para el lunes "toda la información necesaria sobre varias medidas, notablemente en relación con su impacto presupuestario", para facilitar la evaluación.
El ministerio de Hacienda informó de que enviará la información solicitada, entre ella los anteproyectos de ley aprobados ayer por el Gobierno para clarificar los ingresos. Eso sí, la información es suficiente para que Bruselas resalte que el incremento del gasto neto es del 1,7 por ciento, lo que supera el máximo recomendado del 0,6 por ciento. Además, el Ejecutivo comunitario recuerda que el borrador presupuestario que recibieron no fue remitido al mismo tiempo al Parlamento español. No entran a cuestionar la solidez o legalidad de las mismas por carecer del respaldo de una senda de ajuste aprobada por las cámaras. Simplemente indica que si existiera alguna "diferencia substancial" entre las cuentas que finalmente remita el Gobierno al Congreso y las que tiene Bruselas, el Ejecutivo socialista debería enviar una actualización "tan pronto como sea posible".
Porque la Comisión se cuida mucho en el lenguaje y en las formas de diferenciar el caso español, y el de los otros países que también recibieron ayer una carta (Francia, Bélgica, Portugal y Eslovenia) de la disputa con Italia. Y para ello ha recurrido no solo a dejar algo de espacio de tiempo entre los envíos (la italiana fue entregada el jueves a última hora de la tarde). Sino también a firmantes diferentes.
El texto dirigido a Roma tenía la rúbrica de los máximos responsables políticos: el vicepresidente de la Comisión Valdis Dombrovskis y el comisario de Asuntos Económicos Pierre Moscovici. En el caso español y del resto de países el texto estaba firmado por un funcionario, el jefe de la Dirección de Economía y Finanzas Marco Buti.
Fuentes comunitarias explicaron a elEconomista que existía "una clara intención" de mantener el caso italiano aparte por representar "una violación tajante de las reglas". La carta que entregó en mano Moscovici al ministro de Finanzas italiano, Giovanni Tria, acusa a Italia de una ruptura "sin precedentes" del Pacto de Estabilidad. Son unas cuentas expansivas que van a disparar el déficit hasta el 2,4 por ciento, cuando Bruselas pedía un ajuste del 0,6 por ciento, por lo que no reducen la abultadísima deuda transalpina de más del 130 por ciento.
Aunque Italia tiene hasta el lunes al mediodía para enmendar el camino, nadie espera que la voz moderada de Tria se vaya a imponer a sus jefes políticos, el líder de Movimiento 5 Estrellas Luigi di Maio, y de la Liga, Matteo Salvini.
No obstante, ayer Moscovici quiso mandar un mensaje conciliador al Ejecutivo italiano que sirvió para tranquilizar a los mercados. El comisario, todavía en Roma, comentó a los periodistas que la Comisión quiere "absolutamente evitar la tensión" y que buscará un "diálogo constructivo".
Como ya sucediera cuando España y Portugal estuvieron en el paredón por el déficit, el francés insistió en que no le gusta hablar de sanciones "ni en términos disciplinarios negativos". Y a pesar del desafío constante de Salvini y Di Maio, quiso dar una oportunidad a la respuesta del "interlocutor legítimo" que es el ministro Tría.¡ Y es que no son pocos los países y organismos, como el Consejo Fiscal Europeo, que han criticado el exceso de flexibilidad con Italia. Para las fuentes consultadas, ha llegado la hora de mostrar un perfil estricto con la tercera economía del euro para salvar la credibilidad de las reglas fiscales europeas.