Economía

La UE se enfrenta a un otoño tormentoso diez años después de la crisis

  • Se debilitan las opciones para reforzar la eurozona, como propone Macron
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La conclusión del programa de rescate griego "marca un momento muy importante, incluso diría histórico, para todos nosotros", dijo el pasado lunes el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici. El final del salvamento a Atenas también cerraba la época de los rescates en la zona euro. Durante una década de crisis, austeridad y turbulencias financieras, Portugal, Irlanda, Chipre y España también buscaron el salvavidas de sus socios europeos para mantenerse a flote.

El cierre a la época más difícil de la historia del euro, que casi desgarró la moneda común hasta en dos ocasiones, llega justo cuando todos los miembros de la UE han logrado por primera vez reducir el déficit por debajo del 3% desde que la crisis empezara, mientras todas las economías europeas crecen. Pero en vísperas del décimo aniversario de la caída de Lehman Brothers el próximo 15 de septiembre, en Bruselas no es tiempo de celebraciones. "Estamos presenciando la calma antes de la tormenta", resume una fuente comunitaria a elEconomista.

El desafío transalpino

Y los nubarrones proceden, sobre todo, de Italia. Porque el Gobierno de los populistas del Movimiento 5 Estrellas y la formación antiinmigración de la Liga tiene intención de echar más gasolina a su encendida disputa con el bloque comunitario. El choque entre Roma y Bruselas por las cuentas italianas para el próximo año se sumará al constante tira y afloja entre los italianos y sus socios por su rechazo a recibir a más embarcaciones con inmigrantes rescatados en el Mediterráneo.

Como el resto de países, Italia tendrá que enviar su borrador presupuestario para mediados de octubre a la Comisión Europea. El Ejecutivo ya anunció que recortará impuestos y aumentará el gasto social, incluso si ello supone saltarse las reglas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. El desafío transalpino inquietará más aún a unos mercados que ya reflejaron en la reciente crisis turca que la endeudadísima economía italiana (132% de PIB) es el eslabón débil del euro, junto con Grecia.

El debate presupuestario en Italia o España, tercera y cuarta economía del euro, o la ligera desaceleración de la economía europea, no serán los únicos quebraderos de cabeza para los dirigentes europeos cuando regresen del paréntesis veraniego. Pese a la tregua alcanzada entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, los aranceles estadounidenses al acero y aluminio europeos continúan en vigor, y también a la aceituna negra española. Más aún, Trump volvió esta semana a prometer que impondrá un arancel del 25% a los coches de la UE que se exporten a EEUU, aunque prometió a Juncker que no aprobaría nuevos sobrecargos mientras Washington y Bruselas mantuvieran la negociación comercial.

Ofensiva proteccionista

La ofensiva proteccionista de Trump preocupa, y mucho, en Bruselas. El pasado mayo, la Comisión ya advirtió que una escalada en la guerra comercial podría afectar a las cadenas productivas mundiales y acelerar la llegada de una nueva recesión. Y las tensiones no aminoran, sino más bien lo contrario, sobre todo con China, con quien EEUU continúa enzarzada en un duelo de aranceles y ultimatos.

Europa sufre los zarpazos proteccionistas del impredecible inquilino de la Casa Blanca incluso cuando el objetivo no es el Viejo Continente. La subida de los aranceles que impuso al acero y aluminio turcos no solo provocó el hundimiento de la lira turca, sino que además castigó a la deuda italiana y griega en los mercados.

Negociación con Londres

Y mientras el cielo se ennegrece y el suelo se agita en la Unión, Bruselas y Londres continúan atascadas en la negociación de una salida ordenada del Reino Unido de la UE el próximo 29 de marzo. Aunque ambos lados creen que un acuerdo es posible para minimizar el daño del primer desgarro de la UE, ambos también tienen preparados sus planes de contingencia para sus empresas y ciudadanos para lidiar con el daño económico que supondría una ruptura a las bravas. El FMI cifró el impacto económico de una ruptura sin acuerdo para los europeos en alrededor del 1,5% de su PIB para 2030.

El complicado panorama otoñal contrasta con el horizonte más despejado que se encontraron los líderes europeos a la vuelta del pasado verano. "Debemos completar la Casa Europea ahora que el sol está brillando, y mientras todavía lo hace", advirtió Juncker el pasado septiembre durante el discurso del estado de la UE. "Porque cuando las próximas nubes aparezcan en el horizonte, y lo harán un día, será demasiado tarde", dijo al pleno del Parlamento Europeo.

Pero la ventana de oportunidad para reforzar la eurozona se ha cerrado lentamente ante los ojos de aquellos que, como el presidente francés Emmanuel Macron, querían dar un empuje para completar el euro sobre todo con una tímida unión fiscal.

En vísperas del décimo aniversario del colapso financiero, los líderes europeos esperan que Juncker se equivocara y no sea demasiado tarde para completar la Casa Europea, aunque sobre sus cabezas empiece de nuevo a tronar.

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