
La frágil tregua alcanzada en la guerra comercial abierta por Donald Trump entre Estados Unidos y la Unión Europea ha sido de corta duración. Las diferencias relativas al asunto iraní vuelven a profundizar la brecha. Tras la retirada de la administración Trump del pacto nuclear con Irán, además de la UE, China, Rusia siguen aferrados al acuerdo.
En el caso europeo Bruselas intenta con una "ley de defensa" persuadir a sus empresas para que sigan trabajando en Irán. La alta representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Federica Mogherini ha "lamentado profundamente" las sanciones de Washington contra Teherán. La intención de la UE es eludirlas o, al menos, esquivarlas. Un objetivo complicado en la práctica.
Las llamadas "sanciones secundarias" penalizarán también a las empresas europeas que comercien con Irán. Son por ello consideradas ilegales por la Comisión de la UE. Los norteamericanos quieren prohibir que los fabricantes de automóviles, bancos y compañías de energía europeos hagan negocios con Irán. Si violan la prohibición, los activos en EEUU pueden ser incautados. Incluso las compañías estadounidenses que comercian con empresas europeas, que a su vez trabajan en Irán, están amenazadas con sanciones.
Estatuo de bloqueo
La UE trata de adoptar lo que denomina un "estatuto de bloqueo" para evitar los efectos de esta situación. Este estatuto protege a los operadores europeos que tienen negocios legítimos con Irán. Se está animando de igual modo a pequeños y medianos empresarios a incrementar sus negocios con y en Irán.
No se obliga a ninguna empresa a invertir en Irán. Ni en general se les dicta qué decisiones económicas deben tomar. No se trata de castigar doblemente a las empresas europeas. Lo que se hace es proteger a las empresas europeas. Así se les concede el derecho de impugnar las sanciones de EEUU ante los tribunales europeos y solicitar una indemnización a las empresas estatales o estadounidenses. Es decir, se les procura dar un paraguas legal, incluyendo la opción de que puedan demandar a EEUU por interferencia.
La Comisión ha reconocido que es un camino gravoso y complicado porque no hay precedentes. El "estatuto de bloqueo" o la Ley de Defensa nunca se ha utilizado. Se duda de su efectividad. Es cierto que se emitió por primera vez en 1996 ante las sanciones económicas contra Cuba. En aquella ocasión la amenaza que suponía dicha ley era motivo suficiente para persuadir a EEUU de que suspendieran las sanciones secundarias.
Apuesta por la confrontación
En la actual disputa el gobierno de EEUU se negó expresamente a finales de julio a eximir a las compañías europeas de sanciones secundarias. El presidente Trump apuesta de forma descarada por la confrontación. Advertía en Twitter que "cualquiera que haga negocios con Irán no los hará con EEUU".
La Comisión Europea aún no ha podido cifrar la dimensión del daño económico para las empresas que quedan sujetas a las sanciones secundarias de Washington. Sin embargo, muchas compañías y bancos han anunciado ya su intención de retirarse del negocio con Irán. En especial si tienen activos corporativos o bienes inmuebles en EEUU. Argumentan que lo hacen "por asuntos económicos" y no a causa de las sanciones de Washington. Y es que para muchos el acceso sin restricciones al mercado financierto de EEUU es muchos más importante que la colaboración con Irán. Incluso el Banco Europeo de Inversiones extrema la cautela.
Compañías francesas e italianas se cuentan entre los principales afectados por las sanciones norteamericanas. La energética francesa Total ya no quiere continuar con un gran proyecto de 5.000 millones de euros. El fabricante de automóviles PSA quiere reducir nuevamente sus negocios en Irán. Renault piensa quedarse, al menos por el momento. Las empresas italianas cancelan inversiones ya planificadas. Lo mismo se puede decir del grupo alemán Siemens. La automovilística alemana Daimler AG ha anunciado que congela sus actividades en Irán. El fabricante de aviones europeo Airbus ha recibido 100 pedidos de aerolíneas iraníes. No está claro cuántos aparatos pueden entregar, ya que también contienen partes de producción estadounidense o licencias de EEUU.
En todo caso, Bruselas envía un claro mensaje político a Washington en el sentido de que no piensa someterse sin más al unilateralismo de la administración Trump. El objetivo de EEUU es excluir por completo a Irán del mercado monetario y reducir sus exportaciones de energía, su principal fuente de divisas, a cero. La escalada del conflicto entre EEUU e Irán supone un enorme riesgo para la paz mundial y la coyuntura económica global.