
Los trabajadores expatriados de Arabia Saudí, en su mayoría de países asiáticos, salen en millares del país, toda vez que el éxodo no parece que haya terminado todavía. El Rey les permite no pagar multas en un periodo de tres meses si se vuelven a sus destinos de origen. El Gobierno empezó a imponer 100 riales (22,81 euros) al mes a los expatriados dependientes en julio del año pasado. En esa línea, se espera que la tarifa alcance los 400 riales en verano de 2020.
El objetivo es combatir, de esta manera, el desempleo entre los saudíes, incipiente problemática social del lugar. La mayor economía árabe pierde parte de su atractivo para los expatriados que en su día acudieron al olor de un país inundado de petrodólares.
La cifra de trabajadores extranjeros descendió en un 6% en los primeros tres meses de 2018, llevando la caída acumulada en los últimos cinco trimestres a unos 700.000, según datos oficiales publicados este mes.
Las pérdidas en el primer trimestre se produjeron en sectores que incluyen la construcción, generalmente dominada por trabajadores de bajo costo, así como en el comercio y la manufactura.
No en vano, los datos también muestran que el desempleo entre los ciudadanos saudíes aumentó levemente al 12,9%, más allá de la lucha por la creación de puestos de trabajos a medida que la economía se recupera lentamente de la peor desaceleración económica desde la crisis financiera de 2009.
Empleos para los oriundos, prioridad estatal
La creación de empleos para los saudíes es una prioridad para el príncipe heredero Mohammed bin Salman, en cuya persona ven la fuerza para lograr reducir la dependencia del petróleo. Atendiendo al Programa Nacional de Transformación, el Gobierno se fija su meta en una tasa de desempleo de 9% para el año 2020.
"Esperemos que la tasa de pérdida de empleos para los expatriados se mantenga elevada en el transcurso del año", escribió en un informe Mohamed Abu Basha, economista del banco de inversiones EFG-Hermes en El Cairo. El mismo atribuyó el pronóstico a las tarifas crecientes, los esfuerzos para nacionalizar los empleos y el contexto económico "débil".
El producto interior bruto creció en un 1,2% en los primeros tres meses en comparación con hace un año, la primera expansión en cinco trimestres, puesto que los precios del petróleo aumentaron. El crecimiento del sector privado, sin embargo, permaneció al 1,1%.