Economía

La batalla comercial entre EEUU y China es sólo el comienzo de una 'guerra' por el dominio del mundo

El presidente chino Xi Jinping mantiene en marcha su plan maestro para transformar el país en una potencia económica global rica e impulsada por la tecnología. Y no se aceptan empresas estadounidenses. La estrategia Made in China 2025 tiene como objetivo final reemplazar a los competidores extranjeros del país y ocupar la mayor cuota de mercado posible a nivel internacional. Las políticas que quiere poner en marcha el Gobierno de Donald Trump es un intento desesperado por impedir este plan.

Es por eso que la batalla comercial actual entre EEUU y China, en cuyo marco el Gobierno de Donald Trump va a imponer aranceles sobre miles de millones de millones de dólares en importaciones chinas y Pekín promete pagar con la misma moneda, va mucho más allá de una simple disputa por restricciones al mercado, derechos de propiedad intelectual y el gigantesco déficit de EEUU.

A un nivel más profundo, el enfrentamiento refleja una rivalidad económica y militar cada vez más intensa entre una potencia que lleva décadas dominando sin rival y un país que probablemente ha protagonizado una de las historias de crecimiento más 'milagrosas' que se recuerden.

Se trata de un choque entre dos sistemas divergentes (uno dirigido por el Estado, el otro impulsado por el mercado), con visiones del mundo y aspiraciones nacionales notablemente divergentes. Parece probable que esa tensión estratégica se intensifique, independientemente del resultado de las temerarias políticas arancelarias actuales.

También es una batalla por la influencia global. Mientras que EEUU lleva muchos años tratando de difundir la democracia y el libre mercado por el mundo, el Partido Comunista que gobierna China está comenzando a promocionar su modelo de crecimiento como alternativa para los países en desarrollo. Y el presidente Xi está apoyando esta iniciativa con cientos de miles de millones de dólares en crédito para proyectos faraónicos de infraestructura desde Asia hasta Europa y más allá.

La 'distancia' militar se reduce

En EEUU, los dos principales partidos comenzaron a ponerse de acuerdo en que este es el momento para hacerle frente a China, aún así muchos se oponen a las tácticas de Trump. El líder de la minoría en el Senado, el demócrata Chuck Schumer, atacó a Trump por no ser más duro con China y la semana pasada aseguró que si no se logra que Pekín cambie su conducta ahora, la economía estadounidense podría sufrir daños "por generaciones".

Con una economía de aproximadamente 12 billones de dólares y un crecimiento todavía fuerte, China compite de igual a igual con EEUU (un PIB de 19,3 billones de dólares) en la fabricación avanzada y de tecnologías digitales. También tiene los medios para mejorar rápidamente su tecnología en materia de defensa, en particular con sistemas de misiles aire-aire que plantean un desafío estratégico para EEUU y sus aliados en Asia.

Ahora, los comandantes estadounidenses deben tener en cuenta que existen posibilidades reales de sufrir bajas de pilotos y de aviones durante misiones aéreas, algo que había perdido cierta relevancia desde 1980. Durante décadas ha sido habitual ver a los aviones estadounidenses realizar operaciones en varios países con un riego mínimo de sufrir bajas o derribos, la superioridad tecnológica era abrumadora. Ahora, al igual que el poder económico se está dividiendo, con el militar está sucediendo algo similar.

La fuerza aérea estadounidense sigue siendo la más poderosa de lejos. Sin embargo, los rápidos avances de China se están produciendo en un momento sensible, no sólo por el incremento de las tensiones internacionales, también porque EEUU está empezando a alejarse de los que han sido sus aliados en el Mar del Sur de China.

Xi apunta al largo plazo y busca lo que describe como el "sueño chino", o "el gran rejuvenecimiento de la nación china". Para alcanzarlo, ha fijado como objetivos llevar el PIB per cápita hasta los 10.000 dólares para 2021 (ahora ronda los 7.000 dólares) y transformar a China en una potencia tecnológica, competitiva en robótica, vehículos que usan energías renovables, chips, software y otras industrias avanzadas dentro del marco de su programa Made in China 2025. Otro de los pilares de desarrollo tiene como objetivo llevar a China al liderato mundial de la inteligencia artificial para 2030.

Al fin y al cabo, la rivalidad económica entre EEUU y China probablemente no se resuelva con jueces de derecho administrativo o negociadores comerciales, sino en el mercado global. Hoy, EEUU todavía saca ventaja en muchos sectores de tecnología y fabricación, en particular el aeroespacial y la biotecnología.

Sin embargo, hace bastante que se acabó la época en la que se podía menospreciar a China y considerarla un centro de ensamblaje con salarios bajos para los fabricantes de Occidente. Este es un país que emprende lo que considera la misión histórica de transformarse en una potencia económica del siglo XXI, y lo que debe dar más miedo a EEUU es que China sólo está empezando.

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