
La vivienda y los suministros son el principal gasto de los hogares españoles. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el pago del alquiler (no se incluyen las hipotecas) y de las facturas de agua, luz y gas se lleva más del 30% del gasto que realiza cada familia. La compra de alimentos es el segundo gran gasto, con un 14% del total, mientras que el transporte (12,5%), y los restaurantes (10%) completan los cuatro grandes gastos de un hogar. No obstante, hay grandes diferencias entre los gastos que realizan los hogares más ricos y los hogares más pobres.
Cuantitativamente, los hogares más ricos gastaron en 2017 más de 52.033 euros, mientras que los hogares del quintil de renta más bajo dedicaron a consumo casi cuatro veces menos: 13.734 euros. De media, los hogares españoles gastaron 29.188 euros en el ejercicio 2017. Pero, además de las diferencias cuantitativas, también hay disparidad en la distribución de los presupuestos familiares.
Por ejemplo, mientras que para el quintil de renta más baja (el 20% de hogares con ingresos más bajos), la vivienda se lleva casi el 40% de los ingresos, para los de mayor renta supone 15 puntos menos. Dado que la Encuesta de Presupuestos Familiares no incluye las hipotecas y sí los alquileres, podría ser que la explicación a esta diferencia sea la mayor tendencia de los hogares de más renta a tener vivienda en propiedad.
Además, buena parte de los suministros del hogar (luz, gas, agua) son, en ocasiones, similares para las familias independientemente de su nivel de renta, lo que obliga a los pobres a realizar un mayor desembolso en términos relativos.
Las familias más ricas sólo dedican un tercio de su gasto a vivienda. También gastan el doble en ocio
Las familias del quintil de renta más bajo también dedican más parte de sus ingresos a alimentación que las ricas. En concreto, las familias de menor renta dedican el 20% de su presupuesto a alimentación y bebidas no alcohólicas, frente al 10% de los hogares con mayores ingresos.
De esta forma, los gastos que pueden ser considerados "obligatorios" para cualquier familia (la vivienda y sus suministros y la alimentación) suponen el 60% del presupuesto de los hogares más pobres, mientras que para los hogares más ricos sólo representa el 35% de su gasto, lo que libera casi dos terceras partes de su presupuesto para otras cuestiones, como el vestido o los muebles y artículos del hogar, a los que dedican mayor porcentaje de su gasto.
Por ejemplo, los hogares más ricos duplican el gasto realizado en restaurantes y ocio de los pobres. Los restaurantes y hoteles se llevan el 12% del presupuesto de las familias con más renta, más del doble que en los hogares del quintil más bajo (5,9%). En el caso del ocio, los hogares ricos dedican más del 6% de su presupuesto por el 3% de las familias de menos renta.
También en transporte, la proporción de gasto de los hogares ricos duplica a la de los más pobres (16,6% frente al 7,1%), lo que apunta al mayor uso del vehículo privado de los primeros, que exige un desembolso que no realizan los de menos renta, que tendrían un mayor uso del transporte público, más barato. Esta misma circunstancia también se observa en otras dos cuestiones: la sanidad y la educación.
La primera supone el 2,25% del presupuesto de las familias más pobres, frente al 3,66% de los hogares del quintil con más ingresos. Por su parte, la educación representa el 0,6% del presupuesto familiar de los hogares con menos renta, casi tres veces menos de lo que dedican las familias de más ingresos (1,7%). Ambas cuestiones indican las mayores posibilidades de gastar en sanidad y educación privada de las familias ricas, frente al uso de los servicios públicos por las familias con menos ingresos.
En el lado contrario se encuentran las bebidas alcohólicas y el tabaco, al que los hogares con menos renta dedican un mayor presupuesto (2,4%, frente al 1,4% de las familias del quintil más alto). También las familias con menos ingresos gastan más en comunicaciones que las de mayor renta, seguramente porque los gastos de telefonía móvil y fija son similares para todos los hogares, lo que supone un mayor esfuerzo proporcional en el caso de las unidades de consumo de menores recursos.