
Laura Jaramillo, subdirectora de operaciones fiscales del Fondo Monetario Internacional y autora del Monitor Fiscal, que elabora el departamento liderado por Vitor Gaspar, recibe a elEconomista para analizar algunas de las proyecciones y advertencias incluidas en la última edición de este informe.
En el mismo se incide insistentemente en la necesidad de aprovechar la actual coyuntura económica para mejorar las finanzas públicas y asegurar que los países están mejor preparados para enfrentar la próxima desaceleración.
En el 'Monitor Fiscal', donde usted participa, se proyecta que el déficit español se mantendrá por encima del 2% hasta, por lo menos, 2023. ¿Por qué esta diferencia con las metas del Gobierno?
La economía de España ha venido creciendo durante cuatro años consecutivos y está en una posición bastante favorable. Sin embargo, la deuda pública está cerca del 100 por cien del PIB. El Fondo recomienda que España haga un ajuste estructural del 0,5% del PIB por año, hasta alcanzar el equilibrio estructural. En las metas que ha puesto el Gobierno para el próximo ejercicio se incluyen medidas que son cíclicas y no estructurales, y esto explica en parte la diferencia en las proyecciones.
¿De qué medidas estaríamos hablando?
España debe considerar medidas por el lado del ingreso y por el lado del gasto. Vemos espacio para implementar planes que aumenten los impuestos indirectos. Por ejemplo, ampliar la base tributaria del IVA. En estos momentos, solo el 60% de los productos de la canasta están bajo la tasa estándar. También hay espacio para aumentar los impuestos favorables al medio ambiente, como los especiales a la gasolina. Por el lado del gasto, lo que vemos es que se podría racionalizar y mejorar la eficiencia del gasto público en salud, gastos farmacéuticos y, también, en educación. Hemos enfatizado mucho en la importancia de implementar la reforma al sistema de pensiones en su totalidad para mantener la sostenibilidad financiera.
Mencionaba medidas procíclicas. El FMI daba la bienvenida a la reforma fiscal de Estados Unidos, pero a la vez presiona al Gobierno para que recalibre su política. ¿Qué medidas debe tener en mente la Administración Trump?
Hay que evitar las políticas procíclicas, porque eso exacerba el ciclo y además aumenta la deuda y la vulnerabilidad a medio plazo. EEUU está implementando un estímulo fiscal cuando la economía está casi en el pleno empleo. Con la reforma tributaria y el acuerdo presupuestal, el déficit superará el billón de dólares en los próximos tres años, que es más del 5% del PIB y la deuda mantendrá una trayectoria ascendente, a lo cual habrá que sumar más adelante las presiones que vienen por el lado demográfico, con el gasto en salud y en pensiones. Recomendamos que EEUU a medio plazo tome medidas para controlar esta tendencia y, entre ellas, se incluye ampliar las fuentes de ingreso a través de los impuestos indirectos. Se debe considerar un impuesto federal al consumo y al carbono, además de aumentar el impuesto a la gasolina. Por el lado del gasto, hay que mejorar la eficiencia y racionalizar el gasto en salud y en seguridad social.
Durante las reuniones de los últimos días, el apalancamiento tanto público como privado ha vuelto a la palestra y es uno de los riesgos a tener en cuenta. ¿Por qué está insistencia por parte del Fondo?
En estos momentos, la deuda global alcanza los 164 billones de dólares, lo que equivale al 225% del PIB. Un poco menos de dos terceras partes de esa deuda es privada y el resto es deuda pública. Ésta última se sitúa en niveles no vistos desde la II Guerra Mundial en los países avanzados, mientras que en los emergentes hablamos de niveles no vistos desde los años 80. Esto nos preocupa, por varias razones. Una es que los países con un alto apalancamiento son mucho más vulnerables a las condiciones de financiación y eso se traduce en dificultades a la hora de acceder a los mercados.
Entonces, ¿podríamos volver a ver alguna crisis relacionada con el apalancamiento en el horizonte?
No podemos predecir con exactitud de donde puede venir una crisis en el futuro. En estos momentos, estamos enfatizando los riesgos en el horizonte para países con niveles de deuda elevados, como un aumento en las tasas de interés o la apreciación del dólar. Para los países de bajos ingresos, estamos preocupados porque el crecimiento de la deuda se ha venido acelerando. Puede que no esté a niveles históricos, pero hay que tener mucho cuidado. Los países de bajos ingresos deben aumentar su capacidad tributaria para poder servir esa deuda. Con la aceleración económica en una gran parte de los países, los multiplicadores fiscales son mucho menores y un estímulo fiscal es mucho menos efectivo pero el coste de un ajuste fiscal es menor. Aprovechar este contexto mejora las finanzas públicas y asegura que el país está mejor preparado para enfrentar una posible desaceleración. Cuando esto ocurra, que es parte del ciclo, la fuerza fiscal es mucho mayor. Ahí es cuando realmente importará tener esa capacidad para promover un estímulo y otro tipo de apoyos a la economía.
Otro de los países donde la trayectoria de la deuda crece, especialmente el apalancamiento privado, es China. ¿Se están llevando a cabo las medidas adecuadas?
China tiene todavía el desafío importante de equilibrar su economía hacia un crecimiento sostenible, equitativo e inclusivo en el largo plazo. Para ello tiene que ser cauto en la manera en la que controla el crecimiento de la deuda sin generar un efecto negativo sobre el crecimiento económico. Las autoridades han tomado varias medidas. En el sistema financiero, los reguladores están mirando muy de cerca los riesgos financieros. También se han implementado decisiones para reducir la sobrecapacidad de la producción y para tratar de controlar la deuda de los gobiernos locales, que está por fuera del presupuesto. Estas medidas son positivas, pero hay que ahondar y avanzar en ellas. Así, China debe seguir enfatizando el consumo, aumentar el gasto social y hacer que el sistema impositivo sea más progresivo, además de reducir la dependencia sobre la deuda. Además, el país debe dejar que las fuerzas del mercado jueguen un mayor papel.