Economía

Roma afronta el reto del crecimiento exiguo y la inestabilidad política

  • Pese al avance del PIB al 1,5% en 2017, Italia es el 'farolillo rojo' de la eurozona

Según Paolo Gentiloni "la coyuntura es muy favorable" para la economía italiana. El primer ministro, comprometido en la campaña electoral del centroizquierda, alaba los resultados económicos de su Gobierno y del anterior Ejecutivo de Matteo Renzi. Italia, sin duda, ha vuelto a crecer, dejando atrás la crisis más dura desde la posguerra. Sin embargo, la tercera economía de la eurozona sigue siendo el farolillo rojo del continente con un progreso del PIB en 2017 del 1,5 por ciento frente a la media continental del 2,2 por ciento, y las previsiones no dejan margen para el optimismo.

El último informe del Banco de Italia estima que el crecimiento bajará al 1,4 por ciento en 2018 y al 1,2 por ciento en 2019 y 2020. El gobernador Ignazio Visco recordó que "consolidar la recuperación significa seguir con los esfuerzos de reformar la economía. Una política presupuestaria prudente contribuirá a reforzar la confianza de los mercados en la reducción de la deuda pública". Las previsiones indican, sin embargo, que la reducción será muy débil: la deuda que ahora roza el 132,1 por ciento del PIB llegará al 130,8 por ciento en 2018 y, al 130 por ciento en 2019, mientras que el endeudamiento público de la eurozona sería del 89,3, 87,2 y 85,2 por ciento, respectivamente.

Además, otras sombras se ciernen sobre el futuro de la economía italiana, como el fin del programa de compra de bonos del BCE que podría disparar el coste de la deuda pública. Además, una posible apreciación del euro afectaría a las exportaciones italianas, que están empujando la recuperación frente al estancamiento del mercado interno. Si a esto sumamos la posible inestabilidad política tras las elecciones, se entiende por qué empresarios y consumidores no son optimistas. La confianza tanto de las empresas como de los consumidores volvió a caer por sorpresa en enero, según los datos de Istat, el instituto nacional de estadística. "El empeoramiento se debe sobretodo a las expectativas sobre la situación económica general del país. Una primera señal de que el refuerzo del euro y la incertidumbre política empiezan a pesar sobre las perspectivas económicas", señala Paolo Mameli, economista de Intesa Sanpaolo, el principal banco transalpino.

A pocos días de las generales, también en Bruselas cunde el miedo. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, dijo el pasado jueves que "hay que prepararse para el peor escenario posible, es decir, Italia sin un Gobierno operativo y la posible reacción de los mercados en la segunda mitad de marzo", advirtió el mandatario.

En este sentido, la solución ideal para Europa sería el continuismo en política económica. Una opinión compartida por las principales empresas transalpinas, según una encuesta realizada por la agencia Bloomberg. Así, la mayoría de los consejeros delegados de las grandes empresas que cotizan en la Bolsa de Milán quieren que Paolo Gentiloni siga siendo primer ministro. La segunda opción, tal y como explicaron a Bloomberg la semana pasada, sería "un candidato moderado nombrado por Forza Italia". Como de momento ninguna de las coaliciones parece tener la mayoría suficiente para formar Gobierno, los empresarios transalpinos apuestan por un Ejecutivo de amplia coalición que deje fuera las formaciones eurófobas. De hecho, nadie en la Bolsa de Milán quiere que sea presidente Matteo Salvini, el líder de la Liga Norte que abandera un programa xenófobo y eurófobo.

"Cualquiera que sea el resultado de las elecciones, las políticas finales no cambiarán tanto", indicó Giovanni Castellucci, consejero delegado de Atlantia, firma italiana de las autopistas que ha lanzado una opa sobre Abertis. Una frase que sintetiza la postura de varias empresas que no quieren desaprovechar, por culpa de la inestabilidad política, la tímida recuperación. "Éste es mi mensaje a Italia: los políticos ya no pueden hacer lo que quieren y ésta es una buena noticia" añadió Castellucci.

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