
Cerca en apariencia, pero muy lejos de tener un pacto cerrado. A seis días de la investidura -previsiblemente la Mesa del Parlament anunciará hoy que la sesión de investidura se celebrará el próximo 30 de enero- los partidos independentistas siguen sin estar de acuerdo en cómo afrontar dicha jornada.
Unas diferencias que se evidenciaron el jueves después de la reunión en Bruselas entre Roger Torrent, presidente del Parlamento catalán y diputado de ERC, y Carles Puigdemont.
Mientras que el primero se limitó a explicar que había trasladado al expresidente catalán la necesidad de que se forme un Gobierno en Cataluña de manera rápida, con el que eliminar "el artículo 155", el segundo continuó presionando para que su investidura se produzca con la mayor "normalidad".
Puigdemont, que se encuentra fugado de la justicia española, ha reavivado la expectativa de que podría regresar a Barcelona para que su investidura fuera presencial. A cambio, de forma continuada, ha pedido garantías de que no se le detendría. "Nuestra obligación es pelear hasta el último minuto para que el pleno se celebre con normalidad", señaló el jueves.
ERC, desde el primer momento, se ha mostrado contrario a que la investidura se salga de los límites del reglamento del Parlamento catalán y los letrados de la institución ya han dado a conocer su disconformidad con la propuesta de investidura telemática.
La amenaza de que Puigdemont pueda aparecer en el Parlament el próximo martes, ha provocado un dispositivo especial del Ministerio del Interior con el que se estaría tratando de evitar que entrara al Parlamento. Una vez en su interior, su detención podría complicarse, porque sería Roger Torrent quien tendría que autorizar la entrada de las fuerzas de seguridad. Ayer, el Ministerio de Exteriores impidió que Puigdemont y Torrent se reunieran en la oficina de representación de la Generalitat en Bruselas.
Por su parte, el tercero en discordia -la CUP- (sus votos son necesarios para la mayoría absoluta independentista) exige condiciones para su apoyo a la investidura. Los cupaires quieren que el programa del Govern materialice la República, tome el control de infraestructuras, como los aeropuertos, e impague los intereses de la deuda.