Un grupo de 2.000 ciudadanos finlandeses fueron elegidos mediante un muestreo aleatorio entre los desempleados que en enero de 2017 (y durante un periodo de dos años) se convertirían en protagonistas del experimento mediante el que la Seguridad Social de Finlandia (Kela) les entrega 560 euros al mes libres de impuestos. Este experimento ha sido noticia en los medios de casi todo el mundo, pero los expertos finlandeses están preocupados por la mala interpretación que se le está dando.
Markus Kanerva, experto en ciencias sociales y aplicadas, trabaja junto al primer ministro finés, Juha Sipila. Kanerva destaca a The Guardian que "este experimento no es lo que la gente está mostrando... Un experimento real de la renta básica debería estudiar a diferentes grupos, no sólo a los desempleados. Tendría que probar su influencia en diferentes grupos de ingresos y atender a factores locales", asegura el experto.
Sin embargo, Kanerva asegura que el plan que se ha puesto en marcha sólo tiene como objetivo "analizar cómo afecta un ingreso básico incondicional sobre personas que están desempleadas".
Cuando se habla de renta básica universal, este tipo de ingreso sería para todos los ciudadanos o residentes de un país, se les entregaría una suma de dinero sin condiciones sin tener en cuenta el nivel de renta ni su situación en el mercado laboral. El experimento de Finlandia no cumple con estos parámetros al estar dirigido en su fase inicial sólo a desempleados, que durante el proceso de dos años sí pueden encontrar trabajo y seguirán recibiendo este ingreso.
Por otro lado, la renta básica universal suele asociarse a partidos con una ideología muy progresista y de izquierdas. Sin embargo, este programa ha sido aprobado en Finlandia por una coalición de conservadores y liberales. Otro de los objetivos de esta mal llamada renta básica es intentar reducir el gasto social del país con la futura implantación de una sola renta.
Con ello también se lograría incrementar la eficiencia de la ayuda social. Un tipo de prestación universal y homogénea acabaría con los 40 tipos de diferentes ayudas que existen a día de hoy en Finlandia, lo que reduciría por un lado el gasto en burocracia y por otro las desigualdades que crean las diferentes ayudas.
Para los puristas de la renta básica universal, el experimento de Finlandia equivale a una especie de prestación por desempleo, que va dirigida a un grupo específico de personas y que además no puede desincentivar demasiado a la búsqueda de trabajo, porque en Finlandia es casi imposible vivir con 560 euros al mes.
Kanerva concluye que "la gente piensa que estamos lanzando una renta básica universal. Pero no lo estamos haciendo. Estamos probando un tipo de modelo, con un nivel de ingresos y en un grupo social determinado".
Algunos efectos positivos
Marjukka Turunen, directora de gestión de cambios de Kela, explicaba hace unos meses que el plan está teniendo algunos efectos positivos: "La idea es darle a estas personas una seguridad financiera para que puedan liberar sus mentes y no preocuparte por el tiempo, por el dinero y por las necesidades básicas".
Las personas que reciben esta renta pueden centrarse en reciclar sus habilidades y sus conocimientos para alcanzar un puesto de trabajo acorde con sus preferencias, mientras que sin esta red de seguridad muchos de ellos tendrían que aceptar cualquier trabajo, incluso a tiempo parcial, con el objetivo de no perder la prestación por desempleo convencional.
Según Turune, las personas que están recibiendo este ingreso básico garantizado han dado muestras de una mejora en la calidad de su vida, debido a una reducción del estrés que soportan.
"Hubo una mujer que aseguraba que temía que sonase su teléfono porque podían ser los servicios de desempleo ofreciendo un trabajo cualquiera... ella explicaba que no podría asumir cualquier trabajo porque está cuidando a sus padres de edad avanzada en su casa. Este experimento tiene un impacto real sobre la salud mental de las personas", explica este funcionario finlandés.