Economía

Puigdemont: dos años bajo el desafío del delfín de Mas

  • Segundo aniversario de la investidura del expresidente catalán
En la imagen, Carles Puigdemont. Foto: Reuters

El miércoles se cumple el segundo aniversario de la investidura del expresidente catalán. Bajo su liderazgo, Cataluña ha perdido su ventaja económica y su tirón como centro de atracción de capital.

Excepto para una parte de los catalanes, como los gerundenses, hace hoy dos años Carles Puigdemont era todavía un auténtico desconocido. De su designación como presidente se cumple el día 10 de enero su segundo aniversario y su presidencia se ha sustentado en su obsesión de separar Cataluña de España. Artur Mas optó por él porque nadie dudaba de su independentismo y, en especial, la CUP.

Los cupaires, que conocían esa característica, apoyaron su investidura como presidente de la Generalitat, aunque también condicionaron sus pasos y le presionaron hasta el final para que desplegara la declaración de ruptura del 9 de noviembre de 2015. Con esta hoja de ruta, imponer la independencia se convirtió en el único eje de la legislatura; un desafío que trata de mantener vivo fugado en Bruselas y que preocupó a los inversores extranjeros desde el principio.

El shock por la investidura de Puigdemont -y por su dependencia de la CUP- tuvo efectos directos en la inversión extranjera, tal como adelantamos en elEconomista. En el primer trimestre de 2016, Cataluña recibió la menor cifra de inversión extranjera desde el segundo trimestre de 2014; 518 millones de euros. Además, se aceleraron los cambios de sede social. Dos signos de desconfianza que se han repetido en Cataluña con más virulencia recientemente, y a los que se ha sumado un fuerte retroceso de la creación de nuevos negocios.

El PIB, sin embargo, aguantó el desembarco de Puigdemont en el Palau de la Generalitat. El primer trimestre de 2016, el crecimiento de la economía catalana alcanzó el 3,8% interanual. Dicha tasa se repitió en el segundo trimestre de 2016 y, a partir de ahí, el crecimiento de Cataluña se fue moderando y perdiendo su ventaja respecto a la media española.

Así, desde el primer trimestre de 2011 y el tercer trimestre de 2017, la economía catalana creció 0,05 puntos por encima de la media española; pero se quedó por detrás durante el primer, segundo y tercer trimestre de 2017. Aunque en el tercer trimestre batió la cifra nacional se habría vuelto a quedar rezagada en el cuarto. La Airef calcula que, en tasa intertrimestral, el PIB catalán habría avanzado con 0,7% entre el 1 de octubre y el 31 de diciembre, frente al 0,82% del conjunto español.

Respecto a las previsiones para 2018, la más negativa la ofrece Funcas, que calcula que la economía catalana, por la crisis política y la incertidumbre, apenas avanzará un 1,7% en 2018. Las diferentes estimaciones para el conjunto español se sitúan en el 2,5/2,6%.

Sin credibilidad

La resistencia de la economía en la primera mitad de 2016 fue paralela a que ni los analistas, ni las agencias de rating daban credibilidad a la independencia de Cataluña. La propia tensión interna en el Govern lo aseguraba. Aquel año JxSí y la CUP fracasaron en la negociación para aprobar Presupuestos.

En la primera mitad de 2016, Carles Puigdemont todavía sacaba artillería convergente y no cedió ante la exigencia de los cupaires de retocar al alza el IRPF para las rentas elevadas. Esta negativa le hizo plantear su primer órdago de su legislatura y anunció una cuestión de confianza ante la incapacidad para pactar los Presupuestos.

Y su moneda de cambio con la CUP fue el referéndum. El 28 de septiembre de 2016, Puigdemont pasó la prueba gracias a ellos, y en aquella sesión Anna Gabriel, diputada cupaire, le indicó que el camino era el "referéndum o el referéndum". Una frase que durante los meses siguientes el ex presidente catalán repitió hasta la saciedad, mientras que CDC era golpeado por noticias sobre presunta corrupción. Además de las confesiones de su fundador, Jordi Pujol, y la presunta implicación de su familia, se produjeron varios registros por orden del juez de El Vendrell que investiga el Caso 3%. El juicio por Caso Palau, del que se conocerá la sentencia el próximo 15 de enero, todavía incrementó más la tensión.

En este contexto, en otoño de 2016, el PDeCAT enterró a CDC. El nuevo partido refundado, que mantuvo a Artur Mas como presidente, declaró su independentismo y durante unos meses Puigdemont cedió parte del protagonismo a Oriol Junqueras, que se encargó de las negociaciones con la CUP, que derivaron en unos Presupuestos para 2017 en los que recogían partidas para "consultas" y con el arranque de la etapa más tensa del conflicto.

En julio de 2017, tras purgar el consejo ejecutivo y radicalizar el Govern, las inestabilidad económica se instala en Cataluña. La inversión extranjera vuelve a ralentizarse y cae un 75% respecto al tercer trimestre de 2016, a 519 millones entre el 1 de julio y el 30 de septiembre. El referéndum y la declaración de ruptura acelera la fuga de empresas -se han movido este año de Cataluña empresas equivalentes a los cambios sociales en un década, según Foment-, y la creación de empresas se frena muy por encima de la media nacional. El sector empresarial, de forma unánime reclama seguridad jurídica para poder compensar los dos años de gobierno del gerundense.

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