La ardua carrera por aprobar la mayor reforma fiscal en más de tres décadas en Estados Unidos superó el jueves uno de sus principales obstáculos. Los republicanos en la Cámara de Representantes presentaron ayer un proyecto bautizado como 'Ley de Rebaja de Impuestos y Empleo' que rebajará automáticamente el impuesto de Sociedades de las compañías estadounidenses en 15 puntos porcentuales, hasta el 20%. De esta forma, se incentiva la competitividad de las empresas patrias, que contaría con un gravamen mucho menor al de países como Francia y Japón y más cercano al de Reino Unido y Alemania.
"Estaremos escuchando sugerencias", dijo Kevin Brady, el autor del borrador y presidente del Comité de Medios y Arbitrios del Consejo. "Hemos seguido el ejemplo de Reagan, ser audaces, hagamos ajustes pero impulsemos el proceso hacia el futuro", añadió. Y es que ahora este plan debe ser votado en la Cámara de Representantes y coordinarse con la propuesta republicana en la Cámara Alta. Los más optimistas esperan que llegue a la mesa del presidente de EEUU, Donald Trump, en Navidades. El mandatario, sin embargo, lo quiere antes de Acción de Gracias.
"Es una rebaja de impuestos, es una reforma fiscal y hemos añadido la palabra empleo porque generará puestos de trabajo", dijo Trump desde la Casa Blanca. El mandatario incidió en que la rebaja de Sociedades "nos hará mucho más competitivos globalmente".
Aún así, todavía se observarán cambios en la hoja de ruta presentada en sociedad, que mantiene un gravamen sobre la renta del 39,6% para las parejas que ingresen más de un millón de dólares al año y mantiene el límite de contribuciones libres de impuesto a los planes de pensiones en los 18.000 dólares anuales. Otras propuestas, como terminar con la fiscalización en el traspaso de grandes patrimonios, se retrasará hasta 2024.
El plan fiscal también impone nuevas restricciones a las compañías extranjeras que operan en EEUU, que se enfrentarían a un nuevo gravamen de hasta el 20% sobre los pagos y transferencias que hacen al extranjero desde sus operaciones estadounidenses. La meta es evitar que las empresas extranjeras engorden sus beneficios a este lado del Atlántico gracias a las deducciones fiscales, pero tributen dichas ganancias en jurisdicciones fuera del país que cuenten con una fiscalización más atractiva. Estas empresas pueden intentar reducir este impuesto tributando un mayor número de negocios y operaciones dentro del nuevo sistema tributario estadounidense.