
El Parlamento Europeo votará el próximo miércoles una iniciativa para reforzar la normativa que regula los fondos europeos de capital riesgo europeos y los de emprendimiento social (FCRE y FESE, respectivamente). El objetivo de esta nueva legislación es aumentar y facilitar las inversiones en el Viejo Continente.
Las nuevas medidas que el ejecutivo comunitario contempla pasan por suprimir las limitaciones impuestas a los gestores y reducir los costes relativos a dichos vehículos, así como aumentando el tipo de activos en los que pueden invertir los fondos de capital riesgo europeos. Entre los activos que pueden invertir estos fondos destacan aquellos que proporcionen servicios a personas vulnerables o que empleen un método de producción de bienes que represente su objetivo social.
En concreto, las principales medidas que el Parlamento Europeo tiene sobre la mesa de debate son: establecer un capital inicial de 50.000 euros para estos dos vehículos; mantener la inversión mínima en 100.000 euros para ambos fondos; el mínimo de fondos propios para los gestores debe ser equivalente a una octava parte de los gastos fijos generales contraídos por el gestor en el año anterior -que se invertirán en activos líquidos o que se puedan convertir en efectivo a corto plazo-, aunque este porcentaje variará para los fondos gestionados que superen los 250 millones de euros.
Además, la CNMV en el caso de España tendrá que velar para que toda la información de los informes anuales y las solicitudes de registro de fondos se pongan a disposición de las autoridades europeas.
Revisión poco exitosa
Cabe recordar que en julio del año 2013, la Comisión Europea decidió crear unos reglamentos que regulaban dichos fondos con el objetivo de armonizar la normativa para este tipo de vehículo de inversión. Sin embargo, el ejecutivo comunitario revisó el funcionamiento de estos fondos a lo largo del año pasado y llegó a la conclusión de que, pese al éxito de los fondos de capital riesgo, los resultados con los fondos de emprendimiento social no eran los esperados.
En este sentido, Bruselas detectó que dichos vehículos de inversión todavía seguían teniendo un tamaño excesivamente pequeño para ser competitivos y que estaban concentrados exclusivamente en una serie de estados miembro.