Economía

Comienza la carrera para la sucesión de Juncker al frente de la Comisión Europea

  • Moscovici sugirió su interés tras la decisión del actual presidente de no seguir

Las quinielas para los puestos de poder en Europa, el baile de sillas, las conspiraciones de camarilla, siempre aderezadas con las imprescindibles puñaladas en la espalda, son un deporte con gran número de aficionados en las capitales políticas como Bruselas.

Aún quedan meses hasta que se celebren las próximas elecciones europeas a mediados de 2019, pero las especulaciones y nombres de candidatos para liderar la Comisión Europea tras el mandato de Jean-Claude Juncker ya han empezado a circular. Otros cargos como la vicepresidencia del BCE o la presidencia del Eurogrupo también tendrán que buscar ocupante en los próximos meses.

El pistoletazo de salida cuasi-oficial para la Comisión ha llegado precisamente desde dentro del colegio de comisarios. Juncker, aquejado tanto por los problemas de salud como por los rumores sobre su inclinación a la bebida, ya indicó a principios de año que no quería repetir. Su responsable de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, ha ignorado la recomendación del manual de cualquier campaña de no lanzarse demasiado pronto a la carrera para no quemarse en el recorrido.

El ex ministro francés, quien precisamente fue el jefe de la campaña de François Hollande en 2012, sugirió al diario Welt am Sonntag que estaría interesado en el cargo. Pero en los pisos superiores del Berlaymont, el edificio de la Comisión en Bruselas, comentan fuera de micrófonos, que el puesto requiere la experiencia de un primer ministro para manejar el timón del Ejecutivo comunitario. Habría que remontarse hasta el histórico Jaques Delors en los 80, quien como Moscovici fue ministro de Finanzas en Francia, para encontrar un presidente que no ocupara el máximo cargo Ejecutivo en su país.

Más aún las opciones del francés parecen muy limitadas dado el hundimiento que los socialistas podrían sufrir en las elecciones europeas. Vistos los pobres resultados de este año en Holanda y Francia, y el continuo declinar de los últimos años, tan solo en Italia y en España mantienen una posición digna entre los grandes estados miembros. Las siguientes elecciones europeas serán además, con toda probabilidad, las primeras sin el Reino Unido, uno de los pocos lugares donde el centro-izquierda ha conseguido remontar.

Posibles candidatos

Atendiendo a los resultados recientes, los altos cargos consultados apuntan que seguramente el próximo presidente del Ejecutivo comunitario será un liberal. El ascenso de esta familia política ha quedado reflejado además en el Consejo Europeo, donde una mayoría de los líderes de los (aún) 28 socios son liberales.

La importancia de los liberales ganaría enteros además si Emmanuel Macron decide sumar a su formación 'La Republique en Marche' en este grupo político en el Parlamento Europeo, pero esta decisión obligaría con gran probabilidad a los liberales de la Eurocámara a transformarse, al menos cosméticamente, porque la palabra liberal provoca algo más que sarpullidos en la Francia social, según bromea un veterano parlamentario. Entre los posibles candidatos liberales para pilotar la Comisión suena el primer ministro holandés en funciones, Mark Rutte.

El holandés dijo ante la élite mundial el pasado enero en Davos que el principio motor de los tratados de la UE de "una unión cada vez más estrecha" esta muerto y sepultado, lo que le pondría las cosas difíciles entre los más pro-europeos, pero encajaría bien con sus vecinos del norte de Europa.

En el centro-derecha, algunos nombres que suenan en el PP Europeo son el actual vicepresidente de la Comisión, y ex-primer ministro finlandés, Jyrki Katainen, y el ex primer ministro irlandés, Enda Kenny. pero estos y otras sugerencias no suenan con la suficiente rotundidad. Sin embargo, son varios los eurócratas y diplomáticos que coinciden en que el actual jefe negociador de la UE para el Brexit, Michel Barnier, podría tener posibilidades reales si concluye con éxito el divorcio con el Reino Unido, proceso en el que hasta ahora ya se ha apuntado varios tantos. Barnier, también ex ministro francés, ya fue un candidato durante las pasadas elecciones europeas. Precisamente perdió las primarias del PPE frente a Juncker. En lo que una mayoría coincide es en que el cabeza de lista del partido que salga victorioso llegará a la presidencia de la Comisión, como sucedió en 2014 por primera vez, y no será elegido a puerta cerrada por los líderes, quienes en el pasado no estaban obligados a reflejar el resultado del voto.

Ningún español suena de momento ni para la Comisión, y es aun difícil aventurarse qué pasará con la presidencia del Parlamento Europeo en la próxima legislatura. Nuestro país tiene más bien la vista puesta en dos cargos que se quedarán libres a partir de 2018: la presidencia del Eurogrupo desde enero y, sobre todo, la vicepresidencia del BCE, libre a mediados de año.

El holandés Jeroen Dijsselbloem se mantiene en el cargo porque todavía ocupa la cartera de Finanzas en Holanda, pero pronto los miembros del Eurogrupo empezarán a buscarle un sustituto. El ministro de Economía, Luis de Guindos, dice que no es candidato. Y parece que, a menos que los socios de la eurozona le lleven por aclamación al puesto, no está dispuesto a entrar en la carrera tras la derrota de 2015. España se la jugará en la silla libre en el BCE de Vítor Constâncio.

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