
Cristóbal Montoro está como un chico con zapatos nuevos. Después de presentar a comienzos de semana los objetivos de estabilidad y el límite de gasto no financiero del Estado para 2018, y de retirarlos el jueves ante la previsión de introducir una modificación en el déficit de las CCAA y atraerse así el voto de los canarios, y repescar el viernes la abstención de los socialistas extremeños, la carambola política ha surtido efecto.
El éxito ha hecho que se diluyan los desconciertos de alguna consejera, tanto del lado de la oposición como de su propio partido.
La rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros fue ayer para Cristóbal Montoro. El ministro de Hacienda y Función Pública se llevó bajo el brazo la presentación de la mayor oferta de Empleo Público, que comprende un total de 28.249 plazas, de las cuales 15.998 son de promoción ordinaria, 4.282 de extraordinaria para la lucha contra el fraude y la mejora de los servicios públicos y 7.969 para empleo público en Docencia, Fuerzas Armadas, Fuerzas y Cuerpos de la Seguridad Social y Comunidades Autónomas. Con estos números, dio paso a los nuevos objetivos de estabilidad y techo de gasto, que en lo sustancial solo corrigen una décima más la capacidad de déficit de las Administraciones autonómicas, tanto para el ejercicio de 2018 como para 2019.
A Montoro no le gusta que le confundan con el hombre del saco, pero tampoco con el de los regalos. Preparado entonces para las críticas de la oposición política -que insiste en pedir un cambio en la regla de gasto, o que observa que un incremento del déficit o una rebaja del IRPF no son más que actos irresponsables y populistas-, el ministro se rearma de argumentos. El titular de Hacienda confía en el crecimiento de la economía española. Colige que a más empleo, más cotizaciones. Así pues, a más empleo, más consumo. A más empleo, mejores pensiones, más recaudación, por tanto más dinero que procede de los impuestos, del IVA, de Sociedades o del IRPF. Con este principio, las cuentas le salen, insisten a el Economista, "los números salen". Por eso ve acertado que ahora se aplique la exención de IRPF para las rentas más bajas de 14.000 euros. Por eso, y porque ha comprendido a pies juntillas la orden de su presidente, necesitado del voto de Ciudadanos, lo que ha precipitado una negociación con la formación naranja en la que el trabajo de las Secretarías de Estado de los Ministerios que dirige ha sido clave. Números, cálculos, todo para propiciar que, además de las más bajas, aquellos que ganen entre 14.000 y 18.000 euros al año también se vean beneficiados de la reducción del IRPF, cantidad que aún está por determinar.
Asimismo, defiende el político de Cambil (Jaén), las CCAA que tengan superávit pueden gastarlo, como también los ayuntamientos. Ahora bien, ese dinero, que es suyo y no de Hacienda o de la Administración General del Estado, sólo podrá destinarse a inversiones sostenibles.
En defensa de la bajada del IRPF en las rentas más bajas, sostiene el titular de la cartera de Hacienda y Función Pública lo que ha pasado con la liquidación de 2015, donde se ha recaudado más, coincidiendo con la bajada del IRPF de aquel año. No entiende por tanto a aquellos que cuestionan la bajada de impuestos, como tampoco a las comunidades que han dado de lado la propuesta de última hora de elevar una décima la meta del déficit.
Para el ministro, hubiera dado igual lo que hubiera ofrecido, porque el PSOE venía con el no escrito en el guión. Salvo Extremadura. Por cierto, la nota discordante de la jornada de ayer, al menos para los socialistas, dado lo raro que resulta entre la clase política que un dirigente se mueva de la foto. Claro, que a Montoro esta actitud le parece bien. Correcta, legítima. "Facilita el progreso de la propuesta". Y hasta incluso cree que no debería verse como algo singular. Habida cuenta de que, en el anterior techo de gasto, el PSOE, "el que negociaba", se abstuvo cuando lo importante es estimular el crecimiento económico.
Reconociendo el giro de última hora, pasando de aparcar la reforma tributaria al final de la legislatura -posiblemente con fines electorales-, a adelantar la iniciativa con este pequeño aperitivo que viene postulado por el acuerdo con Ciudadanos, Montoro admite sin ambages que estamos ante un movimiento táctico, puramente político. Uno puede tener sus iniciativas -justifica como partido y como programa político-, pero luego están las negociaciones, especialmente cuando dependes de los votos de los demás. Y aquí lo que importa -viene a decir el ministro del Gabinete de Rajoy- es el carácter pragmático de las cosas. Un carácter que reportará beneficios a la Sanidad y la Educación de las regiones, recalca Montoro, banderas sociales del Partido Socialista, que esta vez ha rechazado de plano.
Sin embargo, el responsable de la cartera de Hacienda no se amedrenta. Si fuera necesario cambiar de opinión cada cinco minutos para tener el mayor consenso posible en las políticas -Montoro ya lo advierte-, estaría dispuesto a hacerlo. Por eso, quizás quede todavía alguna sorpresa.