
Las limitaciones en la adquisición de segunda o tercera vivienda en Pekín, Guangzhou, Zhengzhou, Changsha, o Shijiazhuang no consiguen enfriar los precios en las grandes urbes que crecen a un ritmo del 12%, a nivel nacional. Los intereses de las autoridades locales para evitar el descontento social choca con los del Gobierno chino de mantener la aportación del sector inmobiliario en el crecimiento económico.
Nanjing, Qingdao y Sanya, en la isla turística de Hainan, se han sumado a las restricciones adoptadas por las autoridades locales en Pekín, Guangzhou, Zhengzhou, Changsha y Shijiazhuang para frenar la subida de precios de la vivienda. La compra de segunda o tercera vivienda está limitada para los ciudadanos y se ha incrementado la entrada inicial de los préstamos.
Pero los efectos de estas medidas adoptadas hace meses en las principales ciudades chinas, apenas están teniendo repercusión en las últimas cifras que ofrece el sector. El ritmo de subida de precios, a nivel nacional, se mantiene alrededor del 12%, según el índice de precios de Reuters de las 70 urbes más grandes del país. La encuesta indica que los precios de la vivienda crecieron en tasa anual un 11,8% en febrero, cuatro décimas menos, que la registrada en enero.
Las ventas de inmuebles se dispararon en el mes un 25% y la inversión en el sector inmobiliario crece con la mayor expansión de los dos últimos años, a un ritmo de casi el 9%. Las cifras indican que los precios de la vivienda siguen en pleno sobrecalentamiento.
La prensa habla de burbuja
Otro indicador menos objetivo, pero importante, es que la prensa oficial habla sin rubor de una burbuja en los precios. The Financial News, propiedad del Banco Central de China, publicaba esta semana un análisis que señalaba que "en algunas ciudad el mercado inmobiliario vive un calentón en los precios, incluso hay signos de burbuja".
La política gubernamental de adquisición de vivienda, la expansión del crédito y la fuerte movilidad geográfica del campo a las ciudades han influido en la evolución de los precios de los últimos años. A ello se une, el riesgo de una burbuja crédito y financiera, en la que los chinos han entrado de lleno en el mercado de valores. En un reciente artículo de Financial Times indica que Pekín está tratando de encontrar un equilibrio para frenar el riesgo financiero y evitar una fuerte desaceleración del sector inmobiliario y de la construcción, que ponga en peligro la economía en general, con el descontento social.
Expulsados de las grandes ciudades
En un mercado en el que apenas existe el alquiler o es más caro que la inversión en vivienda, muchas personas están siendo expulsadas de las ciudades por los altos precios. Y no solo la clase baja, también la incipiente clase media con buenos trabajos. En redes sociales se ha convertido en viral, el comentario de un foro de un joven investigador que había renunciado a su puesto de trabajo en una prestigioso Instituto por "no poder permitirse un hogar para su familia" en Pekín.
El mercado inmobiliario es uno de los principales motores de crecimiento de la economía china. La inversión en propiedad sostuvo el PIB en el 6,9% en 2016, en un momento en que la industria retrocedió con fuerza.