Economía

Europa pone en marcha una profunda reflexión sobre su futuro

  • Hoy se reúnen Merkel, Gentiloni, Hollande y Rajoy en Versalles
Mariano Rajoy y Angela Merkel.

Economías a las que les cuesta crecer. Productividad estancada. Una generación condenada a vivir peor que la de sus antecesores. Revueltas populares. Ciudadanos que buscan recuperar una sensación de control frente un entorno inestable y un futuro gaseoso. Gobernantes incapaces de dar respuestas a sus calamidades, en parte ocupados con sus guerras de taifas.

La Europa de hoy se parece más de lo que podríamos esperar a la Edad Media. Las plagas y las hambrunas ya no se extienden a través del continente, y los reyes y nobles no envían a miles de vasallos a la guerra por un pedazo de tierra. Pero la pobreza y la desigualdad aumentan, y los líderes buscan el apoyo de sus votantes para expulsar a los enemigos extranjeros. Si hace siete siglos el Sacro Imperio Romano andaba de capa caída, hoy es la UE, su heredero moderno, la que busca superar su "crisis existencial".

La pasada semana se dio el primer paso para salir de esta nueva edad oscura, o periodo "crítico" que dijeron los líderes europeos en Bratislava el pasado septiembre. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, presentó el pasado miércoles el largamente prologado documento (libro blanco) sobre las opciones que tiene Europa para su futuro. Son continuar como va, mantener sólo el mercado único, una Europa de dos velocidades, hacer menos, pero más eficientemente, y hacer mucho más juntos unidos.

La siguiente parada será la cita organizada por el presidente francés, Francois Hollande, hoy en Versalles con la canciller alemana, Angela Merkel, su homólogo italiano, Paolo Gentiloni, y también el presidente del Gobierno Mariano Rajoy. Desde el Ejecutivo español identifican esta invitación al encuentro con los principales socios de la Unión como un retorno a la primera línea.

Los cuatro 'grandes', todos a favor de profundizar la integración europea, dejando atrás a los más rezagados si hace falta con las dos velocidades, cuajarán una posición de cara a la cumbre europea con los 28 estados miembros a finales de esta semana. El futuro de la unión se discutirá junto con otros temas como la situación económica o la estrategia de seguridad.

A finales de mes, todos los socios a excepción del Reino Unido se reunirán en Roma para celebrar los 60 años del tratado firmado en la capital italiana hace seis décadas, que fue el punto de origen de la UE. Y, sobre todo, intentarán dar las primeras directrices para fraguar una visión, o una "nueva identidad", como dicen desde la Comisión, para la Europa post-brexit de los próximos años.

Declaración sobre la unión

Europa necesita no solo poner a punto su cuerpo institucional para unos desafíos internos y externos ante los que aparece enclenque y superada. Le urge cuajar un nuevo espíritu que guíe a las naciones europeas. O, como dijo el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk el pasado enero, "en Roma debemos renovar esta declaración de fe" en la integración.

Sin embargo, los estados miembros no se ponen de acuerdo sobre qué Europa quieren para el futuro. Mientras, las instituciones europeas, sobre todo la Comisión, no quiere liderar el debate por miedo a ser percibido como una nueva imposición de Bruselas sobre las capitales, más aun cuando el populismo está a punto de probar su fuerza en las urnas en Holanda, Francia, Alemania y probablemente Italia.

El plan inicial de Juncker era presentar una visión sólida antes de Roma, tal y como anunció el pasado septiembre. Pero dado el contexto adverso, se limitó a presentar los cinco escenarios, pasando la patata caliente a las capitales.

Aunque Juncker descartó la oportunidad de liderar el debate, fuentes de su equipo aseguran que ya tiene su opción favorita.

Inicialmente sugirió su apoyo a las dos velocidades. Pero las mismas fuentes indicaron que el veterano político europeo defenderá "más Europa" cuando presente su visión el próximo septiembre en el debate sobre el estado de la UE.

Además, los más críticos con la integración también ya se han encargado de manifestar su incomodidad con las dos velocidades. El llamado grupo de Visegrad (Polonia Hungría, Chequia y Eslovaquia) no quiere que la UE ponga en común más competencias para superar el bloqueo que experimenta. Pero, como el perro del hortelano, también se opone a que un núcleo duro, articulado sobre todo en torno a los socios del euro, corte amarras y profundice la unión por su cuenta. Rechazan convertirse en ciudadanos de segunda.

Una mayoría de países, apoya las dos velocidades. Los primeros en desempolvar la opción fueron los socios del Benelux el pasado 3 de febrero. Francia, Alemania y España tampoco le hacen ascos. Pero existen matices. España se mantiene entre los más favorables a la integración. Mientras, para Merkel la prioridad es mantener a los 27 unidos, incluso si eso requiere ralentizar la marcha de la Unión.

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