
Desde los evangelistas hasta Donald Trump, pasando por Marx, las narrativas de ideólogos y políticos han dado forma a la realidad según sus prioridades y objetivos. Tras años de afonía en Europa, España tiene la suya para regresar al centro de mandos de la política comunitaria, basada en la robustez de la recuperación económica y el oasis político. El enemigo son aquellas fuerzas que quieren desmontar la UE.
"Las instituciones europeas nos han pedido que España tire del carro", comentó el ministro de Exteriores, Alfonso Dastis, el pasado enero en una entrevista con El País. El Ejecutivo del PP está dispuesto a jugar la baza de abanderado de la construcción europea para volver a la vanguardia.
La mano parece acompañarle, ya que la UE lanzará el próximo mes el debate para acordar una nueva visión para su futuro, coincidiendo con la celebración de los 60 años del Tratado de Roma. Pero los pilares de esta narrativa no aparecen tan sólidos como pintan ni el contexto juega tan a favor de nuestro país. El retorno puede quedar reducido a un gesto escénico.
En el plan económico, la Comisión Europea se ha encargado de recordar en los últimos días que España está muy lejos de ser un niño modelo. El brillo de la destacada cifra del crecimiento del PIB (un 3,2% del PIB el pasado año), esconde la realidad de una economía "vulnerable", con un "limitado" progreso en la aplicación de reformas pendientes, con un déficit de los más abultados de la UE y una deuda que no parará de aumentar (hasta 108% del PIB en una década), según reflejó el chequeo a la economía publicada por la institución el pasado miércoles.
Crecimiento robusto
Gregory Claeys del centro de análisis Bruegel, además restó mérito a las decisiones políticas en un evento organizado por el Real Instituto Elcano la pasada semana en Bruselas. Explicó la robustez de la recuperación a partir del modelo de Milton Friedman de las cuerdas de guitarra (plucking model). Según esta teoría, la intensidad del rebote depende de la profundidad de la caída, en un efecto casi reflejo.
Bruselas reconoce que el crecimiento ha ganado robustez al apoyarse menos en el consumo interno y ganar peso las exportaciones, lo que también ha ayudado a reducir el desequilibro comercial. Pero advierte que este impulso de las exportaciones estuvo conducido en parte por factores transitorios, como la devaluación interna que ya está llegando a su fin al alinearse el coste laboral con la media de la Eurozona. Por ello, representará un "desafío" mantenerlo en el tiempo.
Este desafío de aumentar la productividad en el futuro resulta obvio al observar cómo dos de sus principales motores, la educación y la innovación, permanecen gripados.
España tiene la mayor tasa de abandono escolar y sus adultos cuentan con el menor número de habilidades en la UE, a pesar de las medidas aplicadas para corregir estos problemas. Los fondos dedicados a la innovación están lejos de la media europea (1,2% del PIB frene al 2% de los vecinos), y los programas son penalizados por un "complejo marco de gobernanza y la falta de una cultura de evaluación que pondere la efectividad del apoyo de la investigación y desarrollo". La colaboración entre las políticas de innovación regional y nacional "es todavía limitada", advirtió el informe de la Comisión.
Efecto de la reforma laboral
Tras años de elogios dedicados a la recuperación por parte de Bruselas y Berlín, y en concreto a la reforma laboral, la Comisión descubrió la brutal realidad que escondía el aparente milagro. La reforma laboral solo ha tenido un "efecto positivo moderado" en reducir la fragmentación entre contratos temporales y permanentes, el gran desafío, mientras que ha creado "un incentivo" para aumentar más contratos temporales.
La consecuencia ha sido el aumento de la pobreza incluso entre los que tienen un empleo. Además, la falta de políticas para los más desfavorecidos y una redistribución fiscal deficiente aumentó la desigualdad entre la clase media y las inferiores. La mitad de los desempleados de nuestro país lleva más de un año luchando por encontrar un empleo, con el "riesgo" de que su situación se enquiste. Las "debilidades" que afectan a las políticas activas de empleo tampoco ayudan a conseguir reducción "rápida" de la pobreza. Con una generación de jóvenes que estará condenada a vivir peor que sus padres resulta complicado hablar de progreso.
¿Estabilidad política? Federico Steinberg, del Instituto Elcano coincidió en señalar que la estabilidad política es el otro pilar sobre el que apoyar esta narrativa. Las parálisis nacionales que provocarán las elecciones en Holanda el próximo mes, en Francia en abril y mayo, Alemania en septiembre, e Italia probablemente, dejan espacio a nuestro país para que asuma el liderazgo perdido desde la crisis. Además, España se ha librado de acoger a una formación populista y xenófoba como existe en los grandes vecinos, mientras que el apoyo a Europa continua como discurso compartido entre partidos y ciudadanos.
Pero España también tendrá sus propias elecciones el próximo mayo: las primarias del PSOE. Una victoria de Pedro Sánchez, y su posible alianza con Podemos, podría alterar el juego político e incluso forzar nuevas elecciones.