
Este fin de semana se produjo en Alemania el primer contacto de la Administración Merkel con el nuevo Gobierno estadounidense capitaneado por Donald Trump. El vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, participó en la conferencia de seguridad anual de Múnich y hoy estará en Bruselas para entrevistarse con diversos líderes europeos. Las principales diferencias entre las dos potencias versan sobre materia migratoria, relación con Rusia, proteccionismo económico, medio ambiente y el futuro de la Unión Europea.
La canciller alemana, Angela Merkel, declaró el viernes al recibir en Berlín al presidente de Canadá, Justin Trudeau, que estaba contenta de que se produjese este encuentro con Estados Unidos, ya que su objetivo es "tener buenas relaciones con el que es un gran socio para nosotros, independientemente de quién sea su presidente", declaró.
La cordialidad impera a la espera de las actuaciones que Trump lleve a cabo en esta etapa de Gobierno que ahora comienza y con expectación por cómo manejará sus relaciones internacionales.
Sin embargo, el Gobierno alemán no rehusa hacer advertencias a Trump, pues la ministra de Defensa de Alemania, Ursula Von der Leyen, aconsejó a su homólogo norteamericano, James Mattis, transitar por el camino de la OTAN y "no elegir caminos individuales de actuación". Así dio comienzo a su discurso en la conferencia de seguridad de Múnich. Este encuentro ha sido el primero en el que ha participado oficialmente la Administración Trump, quien tiene una idea totalmente contraria a la que promulga la UE.
Materia migratoria
Las posturas del Ejecutivo alemán y las que defiende Trump son diametralmente opuestas. Mientras que Merkel se ha esforzado en la acogida de refugiados procedentes de países en conflicto bélico, el estadounidense ha defendido no aceptar asilados y ya promulgó un veto a siete países de mayoría musulmana con los que no tiene grandes relaciones comerciales. También sopesa movilizar hasta 100.000 miembros de la Guardia Nacional para detener a inmigrantes sin autorización, según la agencia Associated Press.
Relación con Rusia
Otra de sus divergencias radica en las relaciones con Rusia. Hace pocos días la prensa alemana publicaba que la Administración Trump tuvo contactos durante la campaña electoral con los servicios secretos rusos. El magnate nunca ha negado que Vladimir Putin se convertiría en uno de sus socios preferentes. Entre sus puntos en común, el antieuropeísmo. Quedan pocos meses para que se cumplan 72 años del final de la Segunda Guerra Mundial, inicio de la Guerra Fría que enfrentó a Rusia con Estados Unidos.
Proteccionismo económico
El proteccionismo económico es otro de los desacuerdos entre ambos líderes. La canciller alemana es totalmente favorable a los acuerdos de libre comercio como el CETA (Unión Europea con Canadá) o TTIP (con la UE y Estados Unidos, en stand by desde que se fue Obama y que Trump no quiere aprobar). Precisamente el viernes pasado se vanaglorió de que el CETA hubiese salido adelante junto con el presidente canadiense Trudeau, también contento de haber sellado una nueva alianza internacional. El presidente estadounidense quiere establecer aranceles a la producción fuera de sus fronteras e impedir el libre comercio que hasta ahora imperaba, lo que ha hecho que Merkel ya fije una agenda común para una posible alianza comercial con China, otro blanco de las iras del magnate norteamericano.
Medio ambiente
En cuanto a las emisiones contaminantes y gestión de energías renovables también tienen posiciones antagónicas. Alemania tiene un plan para cerrar progresivamente las centrales nucleares, mientras que Trump quiere hacer de las energías fósiles la bandera de su gestión y dice que el cambio climático es "un invento para beneficiar económicamente a China". En su campaña dijo querer cancelar todos los acuerdos sobre las emisiones sufragados por su país anteriormente y no le interesa la reducción de las emisiones, un tema en boga internacionalmente.
Proyecto europeo
Aunque sin duda, una de las mayores discordias entre ambos líderes es el antieuropeísmo de Donald Trump. El presidente estadounidense ha declarado en más de una ocasión que Alemania somete al resto de Europa con una moneda que no se puede devaluar (el euro), y que fue creada a su medida para su lucro. Además, también acusa a la potencia germana de interferir en las decisiones adoptadas por el Banco Central Europeo en su propio beneficio, cosa que el gobierno de Merkel ha desmentido ya a través de portavoces de los dos partidos gobernantes en Alemania.
Por último, que la nueva extrema derecha alemana (Alternativa para Alemania o AfD) haya declarado su lealtad a Trump, no despeja el camino de las relaciones diplomáticas. La líder de AfD, Frauke Petry, declaró el día de la toma de posesión de Trump que Estados Unidos, con este nuevo Gobierno, es el "aliado natural" de su partido. El estadounidense aún no se ha pronunciado sobre su posición en cuanto a la ultraderecha germana, pero las coincidencias de ambos programas electorales hacen pensar que es más cercano ideológicamente a éstos que al actual Gobierno.
Llamadas para suavizar la tensión
La canciller alemana, Angela Merkel, declaró el viernes pasado que las llamadas telefónicas que cruzó con el mandatario estadounidense, Donald Trump, tras su conquista de la Casa Blanca fueron también una forma de suavizar la situación de tensión que existe entre ambas administraciones debido a desavenencias en la gestión de la política internacional, entre otros temas. En uno de estos encuentros telefónicos, el portavoz de la canciller, Steffen Seibert, declaró que la máxima dirigente alemana tuvo que explicarle a Donald Trump cómo funcionaba el Convenio de Ginebra para la acogida de refugiados procedentes de zonas de conflicto, ya que desconocía que debe cumplirlo porque así lo firmó Estados Unidos en el año 1951.