
Los bancos españoles tenían al cierre del año 2015 apenas una cuarta parte de la participación que poseían en acciones españolas cotizadas en el año 1992, primero de la serie histórica elaborada por el Servicio de Estudios de Bolsas y Mercados Españoles (BME). Las exigencias regulatorias y las necesidades de reforzar capital han agudizado esta tendencia.
En la década de los noventa era muy raro que pequeñas y medianas cotizadas no estuvieran participadas por cajas de ahorro. Entonces el capital de las compañías cotizadas en manos de bancos y cajas se situaba en el 15,6%; al cierre de 2015 era el 3,6%, mínimo histórico. La tendencia desde entonces es negativa, pero se empieza a agudizar desde la crisis financiera: en 2007 las entidades financieras tenían un 9,4%.
Muchas de las entidades han recurrido a las conocidas como carteras industriales para reforzar su capital y obtener liquidez en un momento delicado. Otras se han visto obligadas a desprenderse de sus activos para cumplir con la regulación de de Basilea III, que penaliza las inversiones industriales.
Caixabank redujo a menos del 10% su participación en Repsol en 2013 para cumplir con las nuevas normas regulatorias. El banco mantiene importantes participaciones en Telefónica, Abertis, Gas Natural Fenosa y Cellnex.
Las participaciones afectan directamente al balance de los bancos. Las turbulencias de los mercados en los últimos años con caída en las cotizaciones hacían aconsejable desprenderse de estos tipos de activos.
En otros casos, el proceso de reestructuración del sistema financiero con la desaparición de las cajas de ahorro, con la absorción en grandes grupos bancarios, los reguladores han obligado a desprenderse de estas participaciones. El caso más significativo ha sido Bankia que ha tenido que vender sus acciones en Indra, IAG, Metrovacesa, NH Hoteles, Realia o Deoleo.
Familias e inversores extranjeros, principales partícipes
El último dato de propiedad de los inversores extranjeros en el conjunto de las compañías españolas cotizadas, el 42,3%, es el segundo valor más alto de la serie histórica. La cuota actual es casi 12 puntos superior a la registrada en 1992. Según BME, expresa con claridad el fuerte grado de apertura al exterior tanto del mercado bursátil español como especialmente de las empresas españolas cotizadas que han conseguido apoyarse la visibilidad que proporciona en el mercado de valores y en la financiación exterior para crecer.
Tras tres años consecutivos de subidas, la participación de la familias españolas en la propiedad de la acciones de empresas cotizadas en la Bolsa española se recorta ligeramente en 2015 hasta el 24,4%, desde el 26,2% del año anterior. Se mantiene en los mismos niveles que en 1992. En 1998 y 1999, la participación de familias superaba el 30%.
"El ajuste a la baja de las cotizaciones, la reducida rentabilidad de otros destinos tradicionales del ahorro familiar, los procesos de refuerzo del capital o recursos propios de las entidades financieras y no financieras o la pérdida de atractivo de la inversión inmobiliaria, tradicional refugio del ahorro familiar en España, son razones que ayudan a entender el aumento de la participación de los hogares en la distribución de la propiedad de acciones a partir del año 2008", indica el estudio de BME.
El mayor aumento de participación en la propiedad de acciones se lo apuntan en 2015 las Empresas no financieras que pasan a ser propietarias del 18,9% del valor de las empresas cotizadas en la bolsa española, 1,8 puntos porcentuales más que en 2014.