
La inestabilidad es la nueva normalidad en la era de la incertidumbre. Para el director general de la Organización Internacional del Trabajo, Guy Ryder, la culpa recae en gran parte en la marginación y desigualdad que genera el mundo de hoy. "Está amenazando nuestro equilibrio político", avisó el británico en una entrevista reciente con elEconomista, al poco de ser reelegido para su segundo mandato de cinco años, tras su primer periodo al frente de la organización, que se inició el 1 de octubre 2012.
Dada la sensación de pérdida de control de los gobernantes y la preocupación de los gobernados, ¿cuál sería la respuesta apropiada a la cuarta revolución industrial que estamos presenciando?
Primero, deberíamos atender a cómo gestionamos la economía global. Encuentro siempre frustrante que pensemos que nos podemos centrar únicamente en la educación, las competencias o las prácticas profesionales, si luego aplicamos políticas macroeconómicas (ya sean fiscales o monetarias) que encojen la economía global.
¿Qué quiere decir?
Tenemos que comenzar con el escenario macroeconómico. Dentro de él, tenemos que atender a temas como el desarrollo de competencias, pero también a las instituciones y los procesos que hemos tenido durante un largo periodo de tiempo. Debemos preguntarnos sobre las consecuencias de la diversificación de las formas de empleo, como por ejemplo el trabajo temporal. Por ejemplo, ¿implica el empleo de jornada parcial condiciones laborales inferiores, mayor inseguridad y la exclusión de la protección social?
Este replanteamiento puede traer cambios profundos...
Creo que existe una cuestión fundamental ante nosotros que debemos abordar. Si queremos intentar aplicar soluciones de política pública ya conocidas a las nuevas circunstancias, aquellas que hemos tenido durante las últimas dos o tres décadas, o si consideramos que existe un beneficio marginal decreciente con estas soluciones tradicionales, por lo que tenemos que mirar a opciones totalmente nuevas. Es una pregunta que permanece abierta, y la respuesta probablemente se sitúa entre ambas opciones. Pero lo que está claro es que si puedes reorganizar las instituciones del mercado laboral, si quieres reforzar los salarios con complementos universales o esquemas similares, entonces estás hablando de un escenario diferente.
La digitalización creciente aumentará la brecha entre los ganadores y perdedores de la globalización, lo que dará más alas al populismo. ¿Le preocupa que la respuesta política que se ofrezca no vaya a la par de la velocidad de los cambios en el entorno social y económico?
Asistimos a una reacción en cadena: el fallo económico, la desafección social y el impacto político. Me preocupa que no vamos a responder lo suficientemente rápido. La prioridad absoluta es escapar del estado de negación. Tenemos un problema: el mundo del trabajo está generando desigualdad, marginalización e injusticia. Ahora la gente está reaccionando. No es suficiente con prestar atención al hecho en sí, debemos ir más allá, porque está amenazando nuestro equilibrio político. En algunos casos, incluso nuestros valores democráticos se ven cuestionados. Si esto no nos despierta y nos saca de nuestro estado de negación, me pregunto qué lo conseguirá. Necesitamos una reacción urgente y firme. Lo que podemos esperar más adelante es una política bastante beligerante.
Son muchos los que comparten su diagnóstico. Las consecuencias políticas ya se han dejado sentir con la salida del Reino Unido de la UE ('Brexit') o la victoria de Donald Trump en EEUU. A pesar de ello, las soluciones apropiadas continúan sin llegar en Europa o el resto del mundo. ¿Qué más tiene que suceder?
Cuando acudo a encuentros como el G-20, todo el mundo declara de manera unánime que la desigualdad representa un problema. El Fondo Monetario Internacional también subraya que la desigualdad resulta peligrosa para el crecimiento y las sociedades, por lo que deberíamos actuar. Pero las acciones no siguen a las palabras. Existe un problema de consistencia, una desconexión entre los hechos que se observan y las conclusiones sugeridas. Ser consistente implica abandonar algunas soluciones políticas establecidas, o maneras de pensar, las cuales han estado con nosotros durante un largo periodo de tiempo. Y esto resulta complicado. Es algo similar a un cambio de paradigma, y eso requiere un esfuerzo mental político.
Trump quiere dar, a su manera, este giro...
Sí, lo está haciendo pero siguiendo su propia dirección política.
¿Es su éxito el resultado del fracaso de las respuestas dadas por la clase política durante años?
Es innegable. Trump es el resultado de nuestros propios errores, porque estamos todos en esto.