
La cuenta atrás sigue su curso y el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, continúa supliendo cargos vacantes y nominaciones antes de la jura oficial de su cargo el próximo 20 de enero en Washington D. C. Durante la jornada del martes, a 24 días ya de su ascenso a la Casa Blanca, el republicano anunció dos nuevos nombramientos para su Gabinete.
Por un lado optó por Thomas P. Bossert como asistente en materia de seguridad nacional y contraterrorismo. Un puesto en el que este consejero en materia de seguridad en la administración de George W. Bush, aconsejará al inquilino de la Casa Blanca en asuntos tan importantes como terrorismo y ciberseguridad. Por otro lado, Trump eligió al principal abogado de la Trump Organization, Jason D. Greenblatt, como representante especial para negociaciones internacionales. "Jason es uno de los consejeros en lo que más confío", aseguró el empresario en sus últimas declaraciones públicas.
Mientras el equipo de transición del presidente electo sigue examinando candidatos para puestos como el de secretario de Agricultura, el próximo ocupante del Despacho Oval, quien también nominará un centenar de cargos judiciales, tendrá que ponerse manos a la obra nada más tomar el testigo de manos del actual mandatario, el demócrata Barack Obama. Entre los asuntos de mayor calado destaca el de acordar los presupuestos y elevar el techo de la deuda del país.
Divisón interna de opiniones
El mismo reto que en 2011 ya le costó a EEUU la codiciada calificación de la deuda de triple A por parte de Standard & Poors y que en estos momentos parece que puede suponer un nuevo problema, si tenemos en cuenta la elección de Mick Mulvaney, legislador republicano por Carolina del Sur, como director de presupuestos.
Mulvaney, un halcón que busca reducir el elevado endeudamiento estadounidense, se ha opuesto en el pasado a elevar la capacidad del país para seguir pidiendo dinero prestado. Un mensaje que choca con las promesas económicas realizadas en la campaña por el propio Trump, quien apuesta por las rebajas de impuestos generalizadas e inversiones en infraestructuras y defensa por valor de casi un billón de dólares, cifras que ya han sido cuestionadas por un gran número de expertos, tanto del mismo país como de otros.
"Las elecciones no han contribuido a generar una atmósfera más colaborativa", avisa Robert Bixby, director ejecutivo de la Concord Coalition, un think tank especializado en analizar los presupuestos americanos. "Si el país ya estaba dividido antes de las elecciones, ahora lo está mucho más", coincidía en afirmar, Elijah Cummings, congresista demócrata por Maryland.
Profundas rencillas que también se trasladan al seno del propio partido republicano, donde el bloque conservador se ha resistido en el pasado a elevar el límite de la deuda sin incluir cambios presupuestarios para restringir el gasto. La última votación para elevar el techo de la deuda, que tuvo lugar en octubre de 2015, fue sacada adelante gracias al apoyo de los demócratas, ya que sólo 67 republicanos dieron el 'sí' a la medida, mientras 167 votaron en contra.
Imprevisible estrategia
De momento, Donald Trump todavía no se ha manifestado sobre cuál será su estrategia para evitar una crisis en los primeros meses de su administración. Aunque el magnate sí que echó mano de la red social Twitter, en la que es espectacularmente activo, para mostrar su opinión fue sobre la resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que condena los asentamientos israelíes y que ha levantado una gran polvareda a nivel internacional. Una votación en la que EEUU se abstuvo por sorpresa, en lo que se interpretó como un revés del presidente saliente, Barack Obama, al Gobierno de Israel.
Trump dijo durante la campaña que la ONU tiene "gran potencial", pero se ha convertido "en un club de personas que se reúnen, conversan y lo pasan bien. ¡Qué tristeza!" El futuro mandatario estadounidense advirtió el viernes que "en cuanto a la ONU, las cosas serán distintas después del 20 de enero", en referencia a la fecha en la que asumirá el control del país.