
A España no le toca ni la pedrea en el reparto de sillas en Europa, ni siquiera en aquellos puestos con menos poder ejecutivo. El último sonrojo ha llegado con la elección de los representantes del grupo de expertos creado por la Comisión Europea para cómo mejorar la sostenibilidad de las finanzas públicas.
A pesar de que este nuevo consejo asesor contará con 20 miembros, ninguno de ellos será español.
Según informó la Comisión, 103 candidatos procedentes de la sociedad civil y del mundo de las finanzas y de los negocios enviaron sus solicitudes para ser miembros desde que se publicitó la oferta el pasado 28 de octubre. El coordinador será el alemán Christian Thimann, responsable de regulación, sostenibilidad y Previsiones en AXA.
El vicepresidente de la Comisión, Valdis Dombrovskis, comentó en un comunicado que la institución acudió "al mejor talento que existe" en el sector financiero en Europa. A la luz de la elección, este talento parece escasear en la cuarta economía de la eurozona, que también es casa de algunos de los principales bancos de Europa.
El nuevo grupo se reunirá regularmente en 2017. Su fin será aconsejar a la Comisión sobre el diseño de políticas financieras "apropiadas y proporcionales", sobre incentivos para las instituciones financieras, o cómo facilitar que las empresas se financien en los mercados. Sus propuestas serán recogidas en un informe que se publicará a finales del próximo año, con un primer borrador listo para el verano de 2017.
Suma y sigue
No es el único feo que ha recibido recientemente España en la nominación de cargos. Ningún nacional tampoco fue elegido para las cinco sillas del nuevo Consejo Fiscal Europeo, que dirige el danés Niels Thygesen.
Más serio fue el revés que sufrió en el verano de 2015 el ministro de Economía, Luis de Guindos, quien luchaba por la presidencia del Eurogrupo. Aunque nuestro país creyó que tocaba el puesto con las yemas de los dedos, sobre todo al contar con el apoyo de Alemania, al final una estrecha mayoría confirmó al holandés Jeroen Dijsselbloem para que continuara presidiendo las reuniones de los ministros de Finanzas del euro.
Tampoco ningún español fue elegido para el consejo de dirección de cuatro miembros del Fondo Europeo para las Inversiones Estratégicas, el fondo de garantías de la UE que soporta el 'plan Juncker'.
El escaso éxito español en apuntarse algún cargo, o incluso para colarse en los organismos de dirección, ilustra la pérdida de peso e influencia que arrastra nuestro país desde que estallara la crisis, y sobre todo tras solicitar el rescate para la banca de 40.000 millones de euros.
España no ostenta ninguna posición destacada en las instituciones. Más aún, su representante en la Comisión, Miguel Arias Cañete, intenta volar bajo radar achuchado por los escándalos relacionados con sus inversiones y las de su mujer.
Para intentar corregir ligeramente la situación, España aspira a recuperar la silla que perdió en el directorio del BCE con la marcha de José Manuel González Páramo en 2012. En el Gobierno ya dan por hecho que se quedarán con el puesto, una vez parta el vicepresidente de la institución, el portugués Vítor Constâncio en el primer trimestre de 2018.