
Un político fiel a Matteo Renzi, pero sin la ambición de sustituirle como líder del frente progresista transalpino, será el nuevo primer ministro italiano, por encargo del presidente de la República de Italia, Sergio Mattarella.
Se trata del actual titular de Exteriores, Paolo Gentiloni, que sustituyó en el cargo a Federica Mogherini cuando fue nombrada, en 2014, alta representante de la Política Exterior y Seguridad de la UE. Entre las tareas más apremiantes del nuevo primer ministro transalpino destaca el saneamiento de la banca, empezando por un rescate público de MPS (Banca Monte dei Paschi di Siena), la entidad más problemática.
Gentiloni, nacido en Roma en 1954 y descendiente de la nobleza de la capital italiana, es diputado desde 2001 y entre 2006 y 2008 fue ministro de Comunicaciones en el Gobierno de Romano Prodi. Gentiloni, que es periodista, anteriormente, fue portavoz del alcalde y concejal de Turismo en Roma. Sus críticos ya destacaron la falta de experiencias en ejercer altos cargos cuando fue nombrado ministro de Exteriores. Sin embargo - subrayó entonces la prensa transalpina - Gentiloni fue elegido sobretodo por ser fiel a Renzi. La misma razón le llevó ayer a ser nombrado presidente de Gobierno por Sergio Mattarella, ya que el Partido Demócrata (PD) liderado por el primer ministro saliente sigue siendo el partido de mayoría relativa en el Parlamento. El objetivo del nuevo gabinete es claro: aprobar una nueva ley electoral.
Después de que todos los principales partidos le pidieran durante la ronda de consultas ir a elecciones anticipadas cuanto antes, Mattarella declaró que "hay la necesidad de armonizar las dos leyes electorales de Congreso y Senado".
Tras el fracaso del referéndum, de hecho, el Congreso se elegiría con la ley electoral impulsada por Renzi (Italicum) que atribuye un gran número de escaños al partido que obtenga mayoría simple, mientras para el Senado -que será determinante y votará la confianza al Gobierno- seguiría en vigor la ley anterior que ha provocado muchos problemas de estabilidad.
Primera cita en la agenda
Por todo lo anterior Italia necesita a una nueva ley electoral cuanto antes. "Esta es la condición indispensable para ir a elecciones anticipadas" subrayó Mattarella.
Por ahora Paolo Gentiloni solo es un "presidente encargado de formar Gobierno". Tal y como prevén los rituales de la política italiana, Gentiloni ha aceptado el encargo "con reserva". Sin embargo el objetivo es que esté en el pleno ejercicio de sus funciones el jueves, cuando el nuevo mandatario italiano acudirá al consejo europeo. Por esto, Gentiloni podría presentar mañana la lista de ministros y recibir cuanto antes la confianza del Parlamento italiano.
El nuevo presidente del Gobierno puede contar con el apoyo de la misma mayoría del Gobierno de Renzi, es decir del partido de mayoría relativa PD y de sus pequeños aliados de centro. El Movimiento anti-partidos 5 Estrellas (M5S) y la xenófoba Liga Norte seguirán en la oposición mientras queda por definir la posición de Forza Italia, el partido de Silvio Berlusconi. El antiguo Cavaliere ya pactó con el PD varias reformas en el pasado y podría estar interesado en negociar una nueva ley electoral, aunque de momento no votará la confianza al nuevo Ejecutivo.
"De las consultas ha salido la indisponibilidad de los principales partidos de oposición a compartir la responsabilidad de un nuevo Gobierno" explicó ayer Gentiloni añadiendo: "No es por una libre elección, sino por responsabilidad que seguiremos en el marco del gobierno y de la mayoría salientes". Queda así descartada la opción de un gabinete tecnócrata o de amplia coalición, ya que muchos de los actuales ministros permanecerán en el cargo. El Ejecutivo de Paolo Gentiloni podría durar pocos meses. Una vez aprobada la ley electoral y resueltos los problemas de la banca, Gentiloni podría presentar su dimisión dejando que Renzi vuelva a liderar el centroizquierda italiano hacia nuevas elecciones.