
Con una dedicación del 4,6% del PIB a I+D+i, Israel ha sorteado la crisis económica reforzando su apuesta por la innovación. Con más de 300 centros de investigación de compañías internacionales, esta economía -seis veces más pequeña que la española- ha logrado colocar en el Nasdaq el mayor número de empresas, solo por detrás de Estados Unidos y China, a pesar de operar en uno de los contextos geoestratégicos más complicados del planeta. Desde la Cámara de Comercio e Industria hispano-israelí, su presidente, Gil Gidron, trabaja por intensificar las relaciones comerciales entre ambos países.
Se cumplen treinta años de relaciones diplomáticas entre España e Israel. ¿Cuál es el balance?
La relación diplomática se establece cuando España entra en la UE en 1986, aunque las relaciones económicas bilaterales ya existían. Israel es el primer socio comercial de España en Oriente Medio. El negocio bilateral asciende a 2.000 millones, a favor de España. La exportación está muy centrada en vehículos y, a la inversa, España importa tecnología de Israel, que es uno de los cuatro países más innovadores del mundo a día de hoy. Hay mucho que aprender del modelo israelí de innovación. Israel es un país de emprendedores, con una importante cultura de aceptación del fracaso que en España aún queda como asignatura pendiente.
España solo destina el 1,2% del PIB a I+D+i. ¿Cómo intensificar nuestra apuesta por la innovación?
El principal problema de España es que coge el presupuesto en I+D+i y lo divide en 17. Falta masa crítica. Para que haya innovación en un país es necesario desarrollar todo el ecosistema. Por un lado, hace falta financiación, y la banca no puede financiar la innovación. Por otro, son precisos conocimientos y tecnologías diferenciales. El problema en España es que no todas las universidades están a la altura internacional. En Israel hay siete facultades y todas están entre las 100 primeras del mundo. Además, está la cuestión cultural de aceptación del fracaso y el desarrollo de políticas de innovación de calidad, con el compromiso del sector privado.
También tenemos mucho que aprender de su modelo laboral...
En Israel no hay paro. El desempleo del 5% es estructural. Tampoco ha habido recesión. Es el país con más ingenieros por cada 10.000 habitantes. Esto no es de fácil traslado, es de largo desarrollo.
¿Confían en nuestro país los empresarios israelíes?
Desde la Cámara, estamos intentando crear un puente entre tecnología e innovación israelí y necesidades españolas. No es natural: cuando el español tiene una necesidad de innovación no piensa en Israel, y el israelí, cuando quiere exportar tecnología, no piensa en España, sino en EEUU, Alemania... Pero España tiene buenas relaciones con Latinoamérica y está muy bien posicionada en la UE. El negocio bilateral está creciendo a dos dígitos, en torno al 10% anual.
¿Y qué hay de la fiscalidad y el Estado de las autonomías?, ¿piensa que traban la inversión extranjera?
El empresario israelí no entiende la organización autonómica. Sin embargo, en I+D+i la fiscalidad en España no es tan agresiva como en otros países, aunque es muy difícil atraer a un inversor solamente por temas fiscales. Es necesario crear un vínculo win-win en el que el destino inversor aporte tecnología de calidad, buenos profesionales, un entorno de negocio atractivo, etc.
Dígame, la falta de Gobierno en España, ¿inquieta al inversor israelí?
De cara a nuevas inversiones, la ausencia de Gobierno siempre crea incertidumbre, pero es pasajera. Esperemos que se resuelva en el corto plazo. En Israel tenemos mucha experiencia en coaliciones, de hecho, nunca hemos tenido un Gobierno de mayoría absoluta.