Economía

Un famoso empresario israelí se las ve y se las desea para retener a sus trabajadores palestinos

  • Acusa a Netanyahu de perpetuar el conflicto en su beneficio
  • "Manipula a la opinión pública a costa de mis leales empleados"
Israel ha denegado el permiso para que SodaStream retenga a sus empleados. REUTERS

Gracias a su supremaciía militar, Israel hace y deshace a su antojo no sólo en su territorio, sino también en los territorios ocupados del resto de Palestina, cuyos habitantes reciben o no permiso para trabajar en el Estado creado en 1948 dependiendo enteramente de la discrecionalidad de sus autoridades. Pese a las pegas de este sistema, el uso de empleados palestinos en empresas israelíes permite al menos a los primeros obtener unos ingresos imposibles de imaginar al otro lado del muro, y este tipo de intercambio es ya una de las pocas posibilidades de contacto directo y sistemático entre los ciudadanos de dos países enfrentados.

Hasta la fecha, eran las autoridades palestinas las únicas que habían denunciado que el grifo del empleo se ha convertido en otra arma más de dominación, pero una voz se ha unido de forma inesperada al coro de quienes afirman que el objetivo de esta política es perpetuar, y no solventar, el conflicto. Se trata de Daniel Birnbaum, creador de la máquina de cápsulas de bebidas refrescantes SodaStream, muy popular en Estados Unidos y una especie de 'Nesspreso de los carbonatados'.

La firma, cuya embajadora global es la actriz Scarlett Johansson, tenía su sede en los territorios ocupados y decidió trasladarla a una nueva ubicación, en el desierto del Negev, por motivos puramete logísticos. Pero Birnbaum tenía clara una cosa: todos y cada uno de sus 500 empleados palestinos conservarían su puesto.

En el camino este empresario, que como recuerda el diario The Guardian se define a sí mismo como "pragmático y de dererechas", se topó con el primer ministro del país, Benjamin Netanyahu. Birnbaum añade que "Netanyahu vió una oportunidad de manipular a la opinión pública, y lo hizo a costa de mis leales empleados".

El emprendedor se refiere a lo que pasó cuando comunicó al Gobierno que mudaba su fábrica, y que necesitaba que confirmasen los permisos de trabajos para la totalidad de la plantilla. Primero le autorizaron sólo 120 puestos de trabajo -pese a que todos y cada uno de los palestinos ya habían pasado una y otra vez las exigentes pruebas que Israel hace antes de dejar entrar a cualquiera a trabajar en su territorio. Cuando protestó, la cantidad de permisos comenzó a reducirse, hasta llegar a cero.

Luego, el ejecutivo de Netanyahu no sólo comenzó a poner trabas, sino que lanzó a los medios una noticia falsa: SodaStream se había visto obligada a mudarse por culpa del impacto que sobre ella había tenido la campaña de boicot comercial emprendida desde el lado palestino desde hace años.

Se acabó la paciencia

A Birnbaum parece habérsele agotado la paciencia, y como el gas de sus máquinas, ha comenzado a bubujear hasta cansarse: "Me duele decirlo, pero este gobierno está alimentando el conflicto en todas sus manifestaciones más violentas. Están nutriendo el odio y el boicot, y están nutriendo el separatismo.

La oficina del "primer ministro del conflicto", como le califica Birnbaum, ha respondido negando las acusaciones, reiterando que es el boicot quien está haciendo daño a SodaStream, y que el Gobierno no ha hecho más que intentar ayudar. "Su falta de gratitud es abrumadora. El primer ministro podría haber decidido no ayudarle en absoluto. Y decir que se trata de un caso de animadversión personal es despreciable", concluyen.

Sea cual sea la versión cierta, el resultado del contencioso es que la fábrica de Birnbaum ha pasado de dar empleo a 500 trabajadores palestinos, a no emplear a ninguno.

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