Economía

Los test de estrés 'se olvidan' de una banca portuguesa muy vulnerable

  • Moody's sitúa a la industria financiera lusa entre las menos capitalizadas
  • En Caixa Geral y BCP planean dudas y BPI debe reducir peso en Angola
Cajeros en una sucursal de Novo Banco. Bloomberg.

La prueba de resistencia de la autoridad bancaria europea (EBA, por sus siglas en inglés) dejará sin escrutar uno de los sistemas financieros que mayores inquietudes despiertan: el portugués. No hay ninguna entidad del país vecino entre las 51 a las que hoy destaparán sus fragilidades, aún cuando se enfrentan a una tormenta perfecta.

El pico del iceberg lo muestran los esfuerzos del propio Gobierno para recapitalizar a la estatal Caixa Geral y una venta, difícil, del Novobanco, que amenazan con perjudicar al propio rating de solvencia del país. Pero la sombra de vulnerabilidad planea, en general, sobre toda la industria. En un informe, la agencia de calificación crediticia Moody's sitúa al sector, que ha hecho frente a bajos beneficios y un auge de los préstamos dañados, "entre las instituciones más débilmente capitalizadas en el área euro", informó ayer Financial Times.

Los problemas de negocio no son singulares del sector luso. Los beneficios de los bancos están siendo desafiados en toda Europa por el deterioro de los márgenes con los tipos a cero, la incertidumbre política y económica, y el necesario cambio de modelo por demanda del cliente y el auge de las tecnologías.

Desde que Portugal destinó 78.000 millones de euros a auxiliar a sus entidades en 2011 ha caído el extinto Banco Espirito Santo (BES) y Banif, adjudicado al Santander.

El problema es que el débil entorno económico ha puesto más palos en sus ruedas, dificultando una recuperación. La crisis impide a las empresas con alto endeudamiento encarar sus pasivos. La deuda corporativa supone un 110% del PIB y aunque el Banco de Portugal sitúa la mora bancaria en el 12,2%, Moody's considera que la cifra resulta excesivamente optimista.

El resultado es que el Gobierno negocia una recapitalización con el Banco Central Europeo (BCE) en Caixa Geral, la mayor entidad del país en volumen de activos, que algunas fuentes elevan por encima de los 2.000 millones de euros. Si el Estado luso debe, como parece, emitir su propia deuda para financiar potenciales socorros, es un riesgo para el rating de la deuda soberana, alerta Moody's.

En paralelo, se especula con las necesidades de Novo Banco, cuya venta está atascada y el Gobierno aspira a recuperar 3.900 millones de los 4.900 millones empleados en su salvamento. El BCP, el segundo más grande del país por activos, se ha desplomado en bolsa un 60% por temores igualmente de que pueda necesitar 2.000 millones para empujar su capital regulatorio al 11%.

Y, por último, BPI, sobre el que Caixabank ha lanzado una opa, enfrenta su propio desafío. De otra índole porque le urge reducir la exposición en Angola si quiere eludir las costosas penalizaciones del BCE, solución que parece íntimamente vinculada a una resolución positiva de la opa de CaixaBank.

En el marco de las soluciones que se bajaran para acabar con las fragilidades del sector gana enteros la creación de un banco malo que libre sus balances de activos dañados. El debate ha extendido las dudas sobre todo el sector provocando, incluso, que entidades mejor posición como BPI exigiese poner fin a soluciones colectivas para sanear problemas individuales.

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